La OTAN y la Región del Báltico

La reunion entre los presidentes Putin y Bush en Texas demuestra que las relaciones entre los dos grandes poderes se encuentran en un nuevo canal. Pero el tema de la expansión de la OTAN todavía debe discutirse.

Las naciones pequeñas, como Estonia, nunca han podido tratar los asuntos relacionados con la defensa como algo secundario. A lo largo de las eras han buscado nichos adecuados en el orden internacional para poder sobrevivir. La prioridad de Estonia hoy en día es asegurar su soberanía por la vía de una alianza con naciones que piensan como ella.

A lo largo del siglo XX Estonia intentó lograr un objetivo similar pero, por desgracia, no obtuvo prácticamente ningún resultado benéfico. Nuestro intento por evitar el conflicto con la Unión Soviética antes de la Segunda Guerra Mundial provó ser una costosa equivocación que resultó en décadas de ocupación, miles de vidas perdidas y desperdiciadas y un atrasado desarrollo económico.

Hace diez años aseguramos una nueva posibilidad para restaurar nuestra independencia. A Estonia no le hizo falta considerar mucho las opciones que tenía. El sentido de pertenencia a Europa, a la civilización occidental, siempre dominó el pensamiento estoniano. Así, las prioridades de nuestra política externa --la membresía en la Unión Europea (UE) y en la OTAN-- resultan elecciones naturales.

Sin duda, las membresías en la UE y en la OTAN son objetivos complementarios, no contradictorios. Como dijo el Secretario General de la OTAN, Lord Robertson, la UE y la OTAN son "mitades de una misma nuez". Nuestra ausencia en estas organizaciones fue resultado del Pacto Molotov-Ribbentrop (el pacto Hitler-Stalin) de 1939 y de la ocupación rusa de los países bálticos. Nunca fue una libre elección del pueblo estoniano. Si la historia hubiera tomado otro rumbo, podríamos haber estado entre los primeros miembros de ambas estructuras.

Aún así, nuestro deseo de ser parte de la OTAN genera asombro. ¿Por qué buscan las naciones bálticas la membresía en la Alianza Atlántica? La razón central es, de hecho, la misma razón por la que ningún miembro actual ha elegido separarse: la OTAN es la piedra angular de su seguridad.

Aunque todos los Estados bálticos están ahora integrados a la comunidad internacional, nuestra seguridad sigue siendo fuente de preocupaciones. Por eso buscamos una mayor seguridad y estabilidad regional y creemos que la OTAN es el medio más efectivo para maximizar ambos. Además, la OTAN tiene una dimensión económica que va más allá de su papel como proveedor de seguridad. La membresía en la OTAN mejoraría nuestro "grado de riesgo" para los inversionistas, que es lo que pasó en Polonia, Hungría y la República Checa cuando se unieron a la Alianza.

A pesar de estos beneficios, algunos argumentan que la ampliación de la OTAN hacia la región del Báltico trazaría nuevas líneas de división en Europa. Pero esto implica que las antiguas divisiones sigan sin cambio. Pero no se está trazando ninguna línea. La membresía en la OTAN es la libre opción que los países aspirantes pueden buscar, y los miembros aceptar. Otros pueden aplicar; otros pueden entrar.

Aún así, los escépticos dicen que la membresía en la OTAN es innecesaria, que la futura membresía en la UE debe ser suficiente. Claro, la membresía en la UE provee un cierto grado de seguridad puesto que cualquier reto de seguridad que enfrente la UE está destinado a involucrar a la OTAN. La UE, sin embargo, no es por sí misma una organización para la defensa colectiva. Alinear las dos membresías tan cerca una de otra como sea posible llevará a una mayor claridad y seguridad.

Una segunda opción sugerida en lugar de la membresía en la OTAN es que los países bálticos se vuelvan neutrales, como Finlandia y Suecia. Pero en la Europa actual no existe la neutralidad en el sentido tradicional. De hecho, ¿ante qué se supone que debemos ser neutrales? Una neutralidad forzada de tal índole genera el riesgo de que la región báltica se convierta en un cordon sanitaire , en un territorio que podría ser potencialmente disputado o en una mera zona de influencia en la cual las naciones bálticas serían incorporadas contra su voluntad.

Si la neutralidad y la membresía en la UE no son opciones de seguridad viables, algunos dicen que deberíamos buscar garantías que se quedan cortas frente a la membresía en la OTAN. Superficialmente, esto suena bien y hasta podría ofrecer un viaje gratis en términos de seguridad. Estas garantías, sin embargo, harían que las naciones bálticas pasaran de ser sujetos de las relaciones internacionales a ser objetos de estas relaciones.

Como historiador me gustaría citar el peligro inherente de esta opción. Durante el último siglo los estonianos creyeron en las garantías de seguridad y los finlandeses no. Finlandia perdío una sangrienta guerra con la Unión Soviética, pero mantuvo su independencia. Nosotros elegimos la paz pero perdimos nuestra soberanía. Comparando las pérdidas humanas de Finlandia y Estonia a lo largo del siglo XX, resulta claro que intentar evitar el conflicto y aceptar garantías en papel nos impuso pérdidas mayores en términos porcentuales que las que tuvo Finlandia.

Es por eso que nuestra creencia en la seguridad colectiva es tan aguda; es por eso que entendemos la necesidad de ser no sólo "consumidores" de seguridad sino proveedores también. Durante años, Estonia ha participado en varias operaciones de paz y aunque nuestra contribución es pequeña en cuanto a cifras, en términos porcentuales es mayor que la de casi todos los países. Así, somos parte del "suministro de seguridad" en Europa incluso antes de ser parte del "consumo de seguridad".

Pero aún si la cuestión de "si debe o no" la región báltica ser parte de la OTAN es respondida afirmativamente, nos queda la cuestión de "cuándo" esto debe suceder. La cumbre de la OTAN en Praga en febrero será un momento definitivo. Algunos pueden argumentar que un tema tan controversial debería ser eliminado de la agenda de la OTAN. Eso puede parecer pragmático. Hacer eso, sin embargo, sería como posponer una visita al dentista. Los problemas sólo empeorarán.

La membresía en una alianza es la más importante de las decisiones soberanas de una nación. No puede ser sujeto del veto de un tercer partido o de factores geopolíticos. Tomar como base la geografía o la historia para negarle a un país la libertad de elegir sus alianzas generaría un vacío de seguridad. En Europa esto significa que habría una zona de inestabilidad.

La expansión de la OTAN a la región báltica requerirá de una firme resolución y de voluntad política por parte de los miembros de la Alianza. De nuestra parte significará hacer nuestra tarea en casa para estar preparados para la membresía. Como parte de la Alianza las naciones bálticas proveerán una prueba viviente de que la OTAN no se centra en la guerra y la agresión, sino en la paz, la democracia y la estabilidad.
https://prosyn.org/W5As3lLes