Madonna con niño

En octubre, centenares de millones de personas de todo el mundo se enteraron de la existencia de un niño de un año de edad de Malawi, llamado David. Un mes antes, muchos de esas personas nunca habían oído hablar –podemos afirmarlo sin miedo a equivocarnos- de su país natal, nación africana sin litoral de unos 13 millones de habitantes, que limita con Mozambique, Zambia y Tanzania. De repente, David pasó a ser el malawi mejor conocido en el mundo, porque tuvo la suerte de ser adoptado por Madonna, la estrella popular que es para las cámaras de televisión lo que la miel para los osos.

Pero, ¿fue una suerte de verdad? El padre de David, Yohane Banda, repentino centro de atención de los medios de comunicación, dijo que no había entendido que su hijo había dejado de pertenecerle y podría no regresar nunca a Malawi. Madonna dice que no es eso lo que había dicho Banda antes, aunque ella no habla la lengua de éste. La gente se preguntó si sería bueno para el niño estar separado de su padre. Los defensores de los derechos humanos acudieron a los tribunales para pedir su regreso.

La madre de David murió. Después de su muerte, su padre, un aldeano que cultiva verduras y hace otros trabajos, cuando puede, no podía ocuparse de él y lo confió a un orfelinato. En él vivía, junto con otros 500 niños, aproximadamente, cuando Madonna entró en contacto con él. El país tiene un millón de huérfanos, a consecuencia en gran medida de la epidemia de VIH/SIDA. Los recursos en los orfelinatos son limitados y muchos de los niños que viven en ellos no llegan a cumplir cinco años. Madonna dijo que, cuando conoció a David, tenía una grave neumonía y respiraba con dificultad.

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