La crisis de lenguas de Europa

ROMA – Cuando la historia se repite raramente lo hace de forma apacible. Ahora, como en la era del colonialismo, decenas de miles de jóvenes ambiciosos de la Europa periférica están escapando del viejo continente en busca de mejores oportunidades en los Estados Unidos, África y Asia. Pero, a diferencia de la era colonial, las salidas de personas no se están compensando con entradas de recursos naturales o metales preciosos. Los emigrantes europeos solían contribuir a la gloria de sus tierras; y hoy en día, su éxodo está contribuyendo a la decadencia de Europa.

En un intento desesperado por abordar la escasez de empleos de su país, el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, hace poco instó a los jóvenes portugueses desempleados a emigrar a la ex colonias de Portugal, como Brasil o Angola. El año pasado, por primera vez desde los década de los noventa, España fue un exportador neto de personas, cuya emigración a América del Sur fue del 31%. Incluso los países sin un pasado imperial, pero con una tradición migratoria permanente como Irlanda, la fuga de cerebros hacia Australia y América del Norte se está acelerando.

La severidad de la desaceleración económica de Europa, las deficiencias en el diseño del euro y las políticas fiscales mal concebidas están provocando el éxodo. Sin embargo, el motor principal es la cultura, no la economía. La fuerte fragmentación lingüística no permite a la eurozona absorber su crisis autoinfligida, por lo que las personas se mueven fuera del área monetaria en lugar de desplazarse al interior de ella.

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