elbaradei7_MOHAMMED ABEDAFP via Getty Images_gazawar Mohammed Abed/AFP via Getty Images

El orden internacional se está muriendo en Gaza

VIENA – Cuando en 2020 estalló la pandemia de COVID‑19, con el caos y el sufrimiento que creó, yo esperé que al final, de esta tragedia internacional pudiera salir algo bueno. Y por un tiempo pareció posible. La pandemia fue un potente recordatorio de nuestras vulnerabilidades comunes, de nuestra humanidad compartida y de la importancia de la solidaridad que trasciende diferencias y fronteras.

Pero ahora me pregunto si mis esperanzas no habrán estado erradas. En cuanto amainó la pandemia, corrimos otra vez (con renovado vigor) hacia el precipicio. Las enseñanzas de solidaridad nos resbalaron como si estuviéramos recubiertos de teflón. Hoy parece que muchos de los pilares del orden internacional que siguió a la Segunda Guerra Mundial (quizá todos) se están derrumbando. El conflicto violento se ha vuelto el método normal para zanjar disputas entre países (Rusia y Ucrania) y dentro de países (Yemen y Sudán), mientras el sistema multilateral de seguridad encabezado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas va cayendo en la irrelevancia.

Además, se han ampliado las desigualdades entre el norte global y el sur global, y cada vez más países del segundo grupo padecen cargas de deuda paralizantes, lo que a su vez ha sido fuente de más pobreza, migraciones y desconfianza. Con el ascenso del populismo y del autoritarismo, se han intensificado los ataques contra los derechos humanos y los valores democráticos; y en algunos casos, un barniz electoral ha dado a estos ataques una legitimidad espuria. Y la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China se está convirtiendo rápidamente en un fin en sí mismo.

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