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Europa es consciente de que la acción por el clima es vital para la seguridad mundial

BRUSELAS– «Las tendencias actuales están arrinconando a nuestro planeta hacia un callejón sin salida de aumento de la temperatura en tres grados». El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, que ha lanzado recientemente tal aviso, está en lo cierto. Si no actuamos decisivamente, empezando en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CP28) que se está celebrando en Dubái, la amenaza que el cambio climático supone para la humanidad será nada menos que una amenaza existencial.

El cambio climático es ya un importante multiplicador de los riesgos de conflictos e inestabilidad. Los fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones y las olas de calor, han provocado el desplazamiento forzoso de más de 20 millones de personas al año desde 2008. Es posible que en 2050 más de 1 000 millones de personas tengan un acceso insuficiente al agua y que más de 200 millones de personas se vean obligadas a migrar.

La escasez de agua y la penuria de alimentos están nutriendo los conflictos violentos en el Sahel, el Cuerno de África y otras partes del mundo. De los veinte países más vulnerables al cambio climático, doce se hallan sumidos en conflictos. Los países autoritarios se están aprovechando de estas turbulencias para tratar de ganar influencia sobre los gobiernos frágiles y asegurarse el acceso a las materias primas. A menos que nuestros esfuerzos de mitigación y adaptación estén a la altura de la crisis climática, estas tendencias se acelerarán y se extenderán, con resultados verdaderamente catastróficos.

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