stanleyop_Bilgin S. SasmazAnadolu AgencyGetty Images_trumpfascistposter Bilgin S. Sasmaz/Anadolu Agency/Getty Images

Nuestro discurso público cada vez más fascista

NEW HAVEN – “Populismo” es una descripción para el nacionalismo xenófobo que hoy está arrasando en gran parte del mundo. ¿Pero hay algo aún más siniestro en marcha?

En La lengua del Tercer Reich, Victor Klemperer, un académico judío que milagrosamente sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial en Alemania, describe cómo el nazismo “se introducía en la carne y la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones y de formas sintácticas que imponía repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente”. Como resultado de esta inculcación, Klemperer observó, “la lengua no sólo escribe y piensa por mí, también dicta cada vez más mis sentimientos y gobierna mi pleno ser espiritual, siendo más incuestionado e inconsciente entre más me entrego a él”.

Hoy existe un fenómeno similar en países donde una política de extrema derecha ha tenido éxito, ya sea Gran Bretaña en la era del Brexit, Polonia bajo Jarosław Kaczyński o Estados Unidos en la presidencia de Donald Trump. En las últimas semanas, políticos con estas ideologías en estos países cada vez más se han visto acorralados y han recurrido a mentiras cada vez más estrafalarias. Mientras los defensores del Brexit siguen insistiendo en que abandonar la Unión Europea no sería devastador para la economía del Reino Unido, Kaczyński ha estado ocupado intentando culpar a la oposición del asesinato del alcalde de Gdańsk, Pawel Adamowicz, y no a la retórica de su propio partido. Trump, por su parte, ha seguido fabricando una crisis en la frontera mexicana para justificar sus demandas de un muro.

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