cardenas5_YURI CORTEZAFP via Getty Images_venezuelacrisischildfood Yuri Cortez/AFP via Getty Images

La larga marcha lateral de América Latina

NUEVA YORK – El año 2019 podría haber sido memorable para América Latina, con nuevos gobiernos en Brasil, Colombia y México que prometían cambios y un futuro mejor. También parecía ser el año en que el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, finalmente caería, poniendo fin a la peor crisis económica y humanitaria en curso del mundo –y probablemente una de las peores desde la Segunda Guerra Mundial-. Por el contrario, 2019 se convirtió en un año para lamentar.

El Fondo Monetario Internacional proyecta que el crecimiento del PIB en América Latina y el Caribe fue de apenas el 0,2% en 2019, por debajo de un anémico 1% en 2018, lo que la convierte en la región de crecimiento más lento del mundo. Si bien el FMI espera que el crecimiento rebote significativamente en 2020, a 1,8%, América Latina seguirá siendo la economía regional de peor desempeño del mundo. Más importante, el ritmo de crecimiento no alcanzará para evitar que aumenten la pobreza y el desempleo, lo que causará un mayor malestar social, una tendencia que se hizo visible al mundo en octubre, cuando ecuatorianos y chilenos se volcaron a las calles para exigir un cambio.

Ahora bien, las tendencias económicas de América Latina no tienen tanto que ver con las inclinaciones ideológicas de los gobiernos de la región, que cubren un rango amplio, como con las duras realidades impuestas por las condiciones externas. Los precios bajos de las materias primas, un crecimiento global débil y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China están asestando un duro golpe. Para algunos países, como Perú y Chile, la desaceleración de la economía china es el principal culpable. Para otros, como México y Colombia –donde el petróleo juega un papel mayor y Estados Unidos es el principal socio comercial-, el culpable es una demanda global débil. Es más, los ingresos de capital extranjero han caído, a pesar de una mayor liquidez global. Ahora el riesgo se evalúa de otra manera y la región no luce tan atractiva como antes. No se espera que nada de esto vaya a cambiar en 2020.

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