borrell5_FRANCISCO SECOPOOLAFP via Getty Images_josep borrell Francisco Seco/Pool/AFP via Getty Images

Un año decisivo para Europa

BRUSELASEn 2020, la gente en todo el mundo experimentó una vida en cámara lenta, aun cuando los acontecimientos políticos se aceleraron. Para la Unión Europea, transitar la crisis del COVID-19 ha sido difícil; sin embargo, a pesar de mucha maledicencia, los europeos no sólo se mantuvieron unidos, sino que crecieron juntos, forjando un bloque más cohesivo. En 2021, la cooperación global debería hacer un retorno contundente, y la UE debería seguir persiguiendo una “autonomía estratégica” para poder salvaguardar a sus ciudadanos y sus intereses en los años y décadas por delante.

Decir que 2020 marcó un momento decisivo es una obviedad. De hecho, el mundo ha venido atravesando varios movimientos tectónicos desde hace años, que incluyen, entre otras cosas, una creciente desconfianza pública, polarización y políticas de identidad, un crecimiento económico tenue, deudas cada vez más grandes y una desigualdad cada vez más profunda. Hemos visto utilizar la interdependencia como un arma. El comercio, la tecnología, la inversión, el turismo y otras vías anteriores de creciente cooperación se han vuelto instrumentos de poder y terrenos de intensa competencia. 

Éste era el panorama general que, en el liderazgo de la UE, vimos cuando asumimos funciones en diciembre de 2019, justo antes de que las condiciones se volvieran aún más difíciles. Para los europeos, parecía como si todo lo que valorábamos estaba siendo refutado, ya sea la cooperación multilateral, la solidaridad entre países, generaciones e individuos o inclusive el respeto básico por los hechos y la ciencia. Además de varias crisis que se gestaban en el vecindario de la UE y la escalada de las tensiones sino-norteamericanas, recibimos el embate repentino del COVID-19, que se ha sumado a todos los otros desafíos de más largo plazo que enfrenta Europa.

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