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¿Puede la política monetaria provocar otra crisis financiera?

LONDRES – El expresidente de los Estados Unidos Ronald Reagan dijo cierta vez en broma que las nueve palabras más terroríficas en inglés son: I’m from the government and I’m here to help (“soy miembro del gobierno y he venido para ayudar”). Es decir, suele ocurrir que los funcionarios respondan a los problemas en formas que causan más problemas.

Piénsese en la respuesta a la crisis financiera de 2008. Tras casi un decenio de políticas monetarias no convencionales por parte de los bancos centrales de los países desarrollados, las 35 economías de la OCDE hoy disfrutan de crecimiento simultáneo, y los mercados financieros atraviesan el segundo período alcista continuado más largo de la historia. El S&P 500 subió 250% desde marzo de 2009, y uno estaría tentado a declarar que políticas monetarias inéditas como la flexibilización cuantitativa (FC) y la fijación de bajísimos tipos de interés han sido un éxito.

Pero hay tres razones para dudar. En primer lugar, en este período hubo un enorme aumento de la desigualdad de ingresos. La negatividad del tipo de interés real (ajustado por inflación) y la FC perjudicaron a los ahorristas, al castigar la tenencia de efectivo y títulos públicos, mientras estimulaban una amplia valorización de las acciones y otros activos financieros de riesgo, que por lo general están en poder de personas adineradas. Cuando las inversiones de renta fija tradicionales (por ejemplo, bonos públicos) no ofrecen rentabilidad, hasta los fondos de pensiones más conservadores tienen que lanzarse a comprar activos de riesgo, con lo que alientan todavía más la suba de las cotizaciones y amplían la distribución desigual de la riqueza.

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