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¿La política económica puede solucionar los problemas económicos?

CAMBRIDGE – El pasado año ha sido testigo de varios ataques, y de algunos intentos frustrados, al orden global basado en las reglas que ha apuntalado la prosperidad en las economías avanzadas del mundo y el rápido crecimiento de muchas economías emergentes. Luego se sucedió un debate candente sobre si la causa fundamental de estos ataques populistas es económica o cultural. Sospecho que la respuesta es una mezcla de ambas cosas, especialmente porque las explicaciones culturales plantean el interrogante de por qué ahora, mientras que las explicaciones económicas ofrecen una pronta respuesta: la desaceleración significativa del crecimiento del ingreso.

Un interrogante más difícil es qué se puede hacer al respecto. El desafío que enfrentamos consiste en la desconexión entre las aspiraciones económicas de los descontentos y las herramientas políticas que tenemos a nuestra disposición para enfrentarlas. Y, en algunos casos, las propias herramientas pueden ser políticamente contraproducentes.

Aun así, debemos intentarlo, porque las encuestas de satisfacción con la vida revelan algunas tendencias perturbadoras. La satisfacción con la vida en Estados Unidos, según la medición de la Encuesta Social General, llegó a un pico en 1990 y ha venido descendiendo de modo sostenido, inclusive a pesar de que los ingresos de los hogares han aumentado (aunque de manera tibia). Otras economías importantes también han experimentado niveles en baja de bienestar autodeclarado, incluida Italia, donde la medición de satisfacción con la vida de Pew alcanzó un pico en 2002, y también Francia.

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