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Sin margen para equivocaciones

NUEVA YORK – El año pasado pareció una montaña rusa, en la que las esperanzas subían y bajaban a la par de las estadísticas de la pandemia y de los cambiantes vientos políticos. El año que viene se perfila bastante parecido, sólo que en noviembre Estados Unidos tiene elecciones intermedias (en las que habrá mucho en juego). Hacer predicciones con tanta incertidumbre es temerario, pero aun así arriesgaré algunas conjeturas.

Para empezar, se logrará por fin domesticar, aunque no erradicar, a la COVID‑19. El avance mundial de la vacunación permitirá a la mayoría de la gente superar los temores que nos han paralizado estos últimos dos años. Pero si bien el proceso liberará un fogonazo de energía «contenida», reiniciar la economía mundial no será tan sencillo como fue sencillo cerrar buena parte de ella.

El sistema de precios puede ser una guía confiable para tomar decisiones marginales (la economía necesita un poquito más de esto, un poquito menos de aquello), pero no es tan bueno cuando se trata de grandes transformaciones estructurales, como el paso de la agricultura a las manufacturas, de las manufacturas a los servicios y de la paz a la guerra (o viceversa). Ya se ven muchas disrupciones, y bien puede ocurrir que nos aguarden otras. Tenemos que estar preparados para grandes cambios en las pautas de producción y consumo: más Zoom y comercio electrónico, menos compra presencial en tiendas físicas. Es posible que la demanda de inmuebles comerciales se reduzca, y que aumente la demanda inmobiliaria en otros sectores.

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