TOKIO – A poco de comenzar 2018, Tokio (y ciudades de todo Japón) están desempolvando olvidadas infraestructuras de defensa civil y procedimientos de respuesta a ataques nucleares. Los escolares practican ejercicios de seguridad nuclear como los que padecí siendo niña, en plena Guerra Fría. La policía y los equipos de respuesta a emergencias repasan medidas que estaban en desuso desde los noventa. Los hospitales hacen pruebas de estrés. Se inspeccionan y reparan refugios antirradiación. Y se explora el potencial de nuevas innovaciones y recursos para reforzar la seguridad de la población civil.
Estos preparativos (suscitados por la creciente beligerancia de Corea del Norte, que incluyó lanzamientos de misiles sobre Japón) se desarrollan sobre todo en el nivel local. Fuera de Japón, numerosas ciudades asiáticas también han emprendido iniciativas similares para fortalecer los sistemas de defensa civil. Pero que las ciudades tomen la delantera de estos preparativos para una emergencia no basta; también podemos (y por ende, debemos) desempeñar un papel clave en evitar conflictos y aliviar tensiones.
Igual que los gobernadores de Tokio durante la Guerra Fría, no creo que los horrores de un ataque nuclear se hagan realidad. Pero tratándose de la seguridad y el bienestar de los ciudadanos de Tokio, ningún preparativo o precaución de mi gobierno y de los organismos bajo su control es excesivo. No extremar esfuerzos en este tema sería no sólo imprudente, sino también un insulto a la memoria de quienes murieron en los incendios nucleares que siguieron a las bombas de Hiroshima y Nagasaki en 1945.
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US President Donald Trump has refused to recertify the 2015 Iran nuclear deal, which he once predicted would "lead to a nuclear holocaust." Unfortunately, by creating incentives for hostile regimes to pursue nuclear armaments at all costs, Trump has made that nightmare scenario even more likely.
fears that the Trump administration is creating perverse incentives for others to develop nuclear weapons.
TOKIO – A poco de comenzar 2018, Tokio (y ciudades de todo Japón) están desempolvando olvidadas infraestructuras de defensa civil y procedimientos de respuesta a ataques nucleares. Los escolares practican ejercicios de seguridad nuclear como los que padecí siendo niña, en plena Guerra Fría. La policía y los equipos de respuesta a emergencias repasan medidas que estaban en desuso desde los noventa. Los hospitales hacen pruebas de estrés. Se inspeccionan y reparan refugios antirradiación. Y se explora el potencial de nuevas innovaciones y recursos para reforzar la seguridad de la población civil.
Estos preparativos (suscitados por la creciente beligerancia de Corea del Norte, que incluyó lanzamientos de misiles sobre Japón) se desarrollan sobre todo en el nivel local. Fuera de Japón, numerosas ciudades asiáticas también han emprendido iniciativas similares para fortalecer los sistemas de defensa civil. Pero que las ciudades tomen la delantera de estos preparativos para una emergencia no basta; también podemos (y por ende, debemos) desempeñar un papel clave en evitar conflictos y aliviar tensiones.
Igual que los gobernadores de Tokio durante la Guerra Fría, no creo que los horrores de un ataque nuclear se hagan realidad. Pero tratándose de la seguridad y el bienestar de los ciudadanos de Tokio, ningún preparativo o precaución de mi gobierno y de los organismos bajo su control es excesivo. No extremar esfuerzos en este tema sería no sólo imprudente, sino también un insulto a la memoria de quienes murieron en los incendios nucleares que siguieron a las bombas de Hiroshima y Nagasaki en 1945.
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