TEL AVIV – En 1795, el filósofo alemán Immanuel Kant escribió que las formas de lograr la paz perpetua eran la diplomacia o una «guerra de exterminio» que aniquilara a todas las partes y solo dejara «el gran cementerio de la especie humana». Históricamente, la humanidad se ha inclinado por esta segunda opción, al menos hasta que los estragos de la guerra obligaron a los estados enfrentados a acordar un compromiso. E incluso entonces fue necesario un liderazgo audaz para poner fin al derramamiento de sangre.
El coraje del presidente ucraniano Volodímir Zelenski como líder en tiempo de guerra es innegable, pero Zelenski también es rehén de su entorno político. Contra un ejército invasor despiadado, su supervivencia política (y tal vez física) depende de un férreo compromiso con la derrota absoluta de los rusos.
Cuando se trata de la transición de la guerra a la paz, la opinión pública suele ser más belicosa que los líderes políticos. Si bien las guerras patrióticas como la ucraniana suelen unir a los países, la búsqueda de una paz imperfecta durante la guerra resulta inherentemente divisoria y se la suele percibir como una traición.
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Rather than seeing themselves as the arbiters of divine precepts, Supreme Court justices after World War II generally understood that constitutional jurisprudence must respond to the realities of the day. Yet today's conservatives have seized on the legacy of one of the few justices who did not.
considers the complicated legacy of a progressive jurist whom conservatives now champion.
In October 2022, Chileans elected a far-left constitutional convention which produced a text so bizarrely radical that nearly two-thirds of voters rejected it. Now Chileans have elected a new Constitutional Council and put a far-right party in the driver’s seat.
blames Chilean President Gabriel Boric's coalition for the rapid rise of far right populist José Antonio Kast.
TEL AVIV – En 1795, el filósofo alemán Immanuel Kant escribió que las formas de lograr la paz perpetua eran la diplomacia o una «guerra de exterminio» que aniquilara a todas las partes y solo dejara «el gran cementerio de la especie humana». Históricamente, la humanidad se ha inclinado por esta segunda opción, al menos hasta que los estragos de la guerra obligaron a los estados enfrentados a acordar un compromiso. E incluso entonces fue necesario un liderazgo audaz para poner fin al derramamiento de sangre.
El coraje del presidente ucraniano Volodímir Zelenski como líder en tiempo de guerra es innegable, pero Zelenski también es rehén de su entorno político. Contra un ejército invasor despiadado, su supervivencia política (y tal vez física) depende de un férreo compromiso con la derrota absoluta de los rusos.
Cuando se trata de la transición de la guerra a la paz, la opinión pública suele ser más belicosa que los líderes políticos. Si bien las guerras patrióticas como la ucraniana suelen unir a los países, la búsqueda de una paz imperfecta durante la guerra resulta inherentemente divisoria y se la suele percibir como una traición.
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