A street vendor serves up a traditional dish of fried tofu and fresh rice in Vietnam Yvan Cohen/LightRocket via Getty Images

El mundo no se está acabando

VIENA – Los seres humanos tenemos predilección por las malas noticias. Los medios reflejan y a la vez moldean esta preferencia: nos llenan de preocupaciones y pánico. Las tendencias positivas lentas y a largo plazo no aparecen en los titulares, ni son tema para charlas de pasillo. Esto nos lleva a desarrollar deformaciones peculiares, especialmente la idea de que la mayoría de las cosas están yendo mal.

Cuando en 2001 publiqué El ecologista escéptico, señalé que en muchos aspectos el mundo estaba mejorando. En aquel entonces, mi afirmación fue vista como una herejía, porque refutaba varias ideas erróneas, difundidas y muy apreciadas, como la de que los recursos naturales se estaban acabando, que el crecimiento continuo de la población generaba escasez de alimentos y que la contaminación del aire y del agua no paraba de aumentar.

En cada caso, un examen cuidadoso de los datos mostró que las hipótesis pesimistas predominantes en aquel tiempo eran exageradas. Por ejemplo, aunque los bancos de peces estén agotados por falta de regulación, lo cierto es que hoy tenemos más pescado que nunca, gracias a la llegada de la acuicultura. Y el temor a quedarnos sin bosques no tiene en cuenta la realidad de que conforme los países se enriquecen, aumentan su cubierta forestal.

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