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¿El Banco Mundial puede redimirse a sí mismo?

CAMBRIDGE – En los últimos años, a medida que el rol financiador del Banco Mundial se fue eclipsando debido al ascenso del capital privado y a un aumento del dinero proveniente de China, sus líderes han buscado desesperadamente una nueva misión. Y reorganizaciones interminables, nombramientos politizados y las prioridades cambiantes de los sucesivos presidentes han contribuido a la percepción de que la institución es menos que funcional. Ahora bien, ¿eso puede cambiar?

El Banco Mundial ha intentado reinventarse como proveedor de bienes públicos globales y como un “banco de conocimiento” que proporciona datos, análisis e investigación a sus clientes, los países en desarrollo. Y nadie puede negar los logros del Banco en cuanto a recopilar indicadores de actividad económica, medir la pobreza, identificar deficiencias en la provisión de salud y educación y, en años anteriores, diseñar y evaluar proyectos de desarrollo.

Sin embargo, muchos, como el economista y Premio Nobel Angus Deaton, han criticado el desempeño general del Banco Mundial. Un problema es que los resultados del desarrollo también dependen del contexto económico externo de los países pobres, que está forjado por las políticas de las economías principales. Y a la hora de promover políticas sólidas, el desempeño del Banco Mundial no ha sido el esperado en las últimas décadas, lo que está ejemplificado en tres pecados de omisión intelectual importantes.

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