Robert Skidelsky, a member of the British House of Lords and Professor Emeritus of Political Economy at Warwick University, was a non-executive director of the private Russian oil company PJSC Russneft from 2016 to 2021. The author of a three-volume biography of John Maynard Keynes, he began his political career in the Labour party, became the Conservative Party’s spokesman for Treasury affairs in the House of Lords, and was eventually forced out of the Conservative Party for his opposition to NATO’s intervention in Kosovo in 1999.
LONDRES – Casi todas las carreras políticas terminan en fracasos, pero Boris Johnson fue el primer ministro derrocado por su comportamiento escandaloso, y eso debiera preocuparnos.
Las tres caídas más notables de líderes británicos durante el siglo XX se debieron a factores políticos: en el caso de Neville Chamberlain, fue por el fracaso de su política de apaciguamiento; el fiasco de Suez obligó a renunciar a Anthony Eden en 1957; y Margaret Thatcher cayó en 1990 porque la resistencia popular contra el impuesto de capitación persuadió a los tories del Parlamento de que no podían volver a ganar con ella como líder.
Es cierto, Harold Macmillan se hundió en 1963 debido al escándalo sexual de Profumo, pero ese caso implicó a un ministro de Guerra y posibles violaciones a la seguridad nacional. Edward Heath y James Callaghan perdieron las elecciones después de su fracaso económico en la década de 1970. Tony Blair debió renunciar por la debacle de Irak y la impaciencia de Gordon Brown por sucederlo. A David Cameron lo hirió la brexit y a Theresa May, su incapacidad para concretarla.
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