trump chinese premier Thomas Peter-Pool/Getty Images

Por qué no ocurrirá una guerra sino-estadounidense

OXFORD – Se suele decir que Estados Unidos y China –superpotencias enfrentadas en lo económico, geopolítico e ideológico- se encaminan hacia una nueva guerra fría. Y la retórica (al menos desde uno de los bandos) ha llegado a recordar la del discurso de “La cortina de hierro” que diera en 1946 Winston Churchill, uno de los eventos que dieron inicio a la Guerra Fría. Este mismo mes, el Vicepresidente estadounidense Mike Pence acusó a China de prácticas económicas predatorias, agresión militar contra los Estados Unidos e intentar desacreditar al Presidente Donald Trump.

Pero a pesar del alboroto mediático, no es inevitable una nueva guerra fría, o incluso posible. Lo cierto es que los líderes chinos, temerosos de cualquier debilitamiento de la legitimidad del Partido Comunista de China, están decididos a evitar que los Estados Unidos obliguen a China a realizar cambios en su sistema político y económico. China seguirá impulsando reformas a su propio ritmo y manera. Una importante prioridad para el Presidente chino Xi Jinping es fusionar el PCC con la maquinaria de gobierno para reducir la corrupción y pulir las credenciales ideológicas del estado. Todo intento de interferir en este proceso equivaldría a cruzar una línea roja.

Por suerte para Xi, Trump no tiene interés alguno en “democratizar” otros países ni parece haber sido seducido por los inversionistas, financistas y titanes tecnológicos estadounidenses que desean que su gobierno presione a China para lograr mayor acceso a su economía.

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