Steve Bannon Getty Images

Por qué Bannon tuvo que irse

WASHINGTON, DC – En muchas (o casi todas) las presidencias de los Estados Unidos, aparece algún personaje que convence a la prensa de que sin él (todavía no hubo ninguna ella), el presidente no sabría qué hacer. La del auxiliar indispensable es una de las imágenes más trilladas de la presidencia moderna. Karl Rove fue “el cerebro de Bush”; Harry Hopkins, el aglutinante del prolífico equipo de Franklin Delano Roosevelt en la Casa Blanca; Bill Moyers salió en la tapa de una revista como “el ángel guardián de Johnson”. Sin ese personaje (prosigue inevitablemente la historia), el gobierno sería un lío, hasta un desastre.

Muchas veces, la imagen la inventa o la alienta el personaje indispensable del momento. Los periodistas suelen creerse el cuento (independientemente de cuán fundado esté), ya que lo aclara todo y les da tema para escribir. El auxiliar indispensable no se cansa de revelar la historia dramática de cuando fue el héroe del día, tuvo una idea particularmente ingeniosa o evitó que se cometiera un error terrible.

Pero muchas veces, el personaje que se dice crucial se pasa de la raya. El jefe de gabinete de la Casa Blanca en tiempos de Reagan, Don Regan (que sucedió a James Baker en el cargo), se imaginaba primer ministro: se agregó en fotos de Reagan con el líder soviético Mikhail Gorbachev; trataba groseramente a los seres inferiores (incluidos los periodistas); y cometió el error fatal de colgarle el teléfono a Nancy Reagan cierta vez que lo llamó preocupada por la salud de su esposo, recién operado de la próstata. Poco después, Regan tuvo que irse.

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