GINEBRA – Como enviados especiales por la COVID-19 del director general de la Organización Mundial de la Salud, fuimos testigos directos de la intensidad del sufrimiento que causó la pandemia, especialmente en las comunidades más pobres. Esta profunda tragedia avanza frente a nosotros y todavía falta mucho para que llegue a su fin.
Según nuestra experiencia, la prioridad inicial para responder a una enfermedad infecciosa es salvar vidas y proteger la salud y el bienestar de las generaciones actuales y futuras. Al mismo tiempo, nos preocupa cada vez más el gigantesco daño social y económico que causó la COVID-19. Cuando vemos las dificultades que enfrenta la gente en todas partes para mantener su sustento bajo la amenaza constante del coronavirus, queda claro que esta pandemia es más que una emergencia sanitaria, se convirtió en una crisis global para la sociedad entera.
En este contexto, uno de nuestros mayores temores es que, después de décadas de mejoras, las perspectivas para las generaciones futuras se desplomaron bruscamente. Algunas regiones están desandando los avances logrados en los últimos 20 años, corren riesgo logros como el aumento del empleo, la ampliación de los servicios esenciales y una mejor educación (especialmente para las niñas). También se ven amenazadas las mejoras en la infraestructura, el agua y los servicios cloacales, el control de enfermedades, la estabilidad política y las instituciones de gobierno.
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To think that technology will save us from climate change is to invite riskier behavior, or moral hazard. Whether a climate solution creates new problems has little to do with the solution, and everything to do with us.
offers lessons for navigating a field that is fraught with hype, unintended consequences, and other pitfalls.
GINEBRA – Como enviados especiales por la COVID-19 del director general de la Organización Mundial de la Salud, fuimos testigos directos de la intensidad del sufrimiento que causó la pandemia, especialmente en las comunidades más pobres. Esta profunda tragedia avanza frente a nosotros y todavía falta mucho para que llegue a su fin.
Según nuestra experiencia, la prioridad inicial para responder a una enfermedad infecciosa es salvar vidas y proteger la salud y el bienestar de las generaciones actuales y futuras. Al mismo tiempo, nos preocupa cada vez más el gigantesco daño social y económico que causó la COVID-19. Cuando vemos las dificultades que enfrenta la gente en todas partes para mantener su sustento bajo la amenaza constante del coronavirus, queda claro que esta pandemia es más que una emergencia sanitaria, se convirtió en una crisis global para la sociedad entera.
En este contexto, uno de nuestros mayores temores es que, después de décadas de mejoras, las perspectivas para las generaciones futuras se desplomaron bruscamente. Algunas regiones están desandando los avances logrados en los últimos 20 años, corren riesgo logros como el aumento del empleo, la ampliación de los servicios esenciales y una mejor educación (especialmente para las niñas). También se ven amenazadas las mejoras en la infraestructura, el agua y los servicios cloacales, el control de enfermedades, la estabilidad política y las instituciones de gobierno.
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