¿Dónde están los optimistas de Europa?

La Unión Europea ha resultado tan exitosa que uno habría pensado que se bailaría en las calles para celebrar su 50 aniversario. Desafortunadamente, sólo se habló insistentemente de fracaso –por no alcanzar la unión política, por no adoptar la constitución, por no ejercer un liderazgo y una visión global, por no implementar reformas económicas, y la lista de lamentos continúa-. “La UE está en piloto automático, en una situación de estancamiento, en una crisis profunda”, dice Joschka Fischer, el ex ministro de Relaciones Exteriores alemán y una voz importante en Europa.

Pero esta zozobra y este lamento simplemente no resultan convincentes. Consideremos el caso de Alemania. Después de la Segunda Guerra Mundial, era una nación golpeada y devastada con una historia de nacionalismo disfuncional. Hoy, una Alemania totalmente rehabilitada es tan cabalmente europea y democrática como cualquier otro país de la UE –de hecho, bajo el liderazgo de Angela Merkel, Alemania se ganó un lugar como el país más importante de Europa.

La UE merece un gran mérito por esta transformación. Después de la guerra, un objetivo primordial de la UE fue el de moderar el nacionalismo y promover el regionalismo en Alemania, un hecho que se logró en beneficio de todos los europeos. ¿Acaso ellos –y otros- no deberían celebrar este logro importante en lugar de sumergirse en una conversación derrotista de crisis y estancamiento?

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