BERLÍN – La presidencia de Donald Trump estuvo marcada por los “hechos alternativos” de la Casa Blanca acerca del tamaño de la multitud que asistió a la inauguración de su mandato en el Capitolio estadounidense y la violencia de sus partidarios garabateando “Muerte a los medios” en las mismas puertas de ese edificio. Si bien Trump ha desaparecido de escena (por ahora), los medios de comunicación profesionales siguen en riesgo, y no solo en los Estados Unidos. El grupo de observación Reporteros sin Fronteras (RSF) considera que el estado de la libertad de prensa es “bueno” en apenas 12 países, la menor cantidad jamás alcanzada en ese índice.
La amenaza más evidente a la libertad de prensa en el mundo son los regímenes autoritarios, algunos de los cuales han redoblado las restricciones a los medios para evitar que den a conocer información sobre las falencias de las autoridades políticas durante la pandemia. En Hungría, que pasó al lugar 92 en la clasificación de RSF sobre libertad de prensa desde el lugar 89 el año pasado, el gobierno ha amenazado a los medios con medidas judiciales por “bloquear” sus esfuerzos en la lucha contra el COVID. Las enfermeras y los médicos tienen prohibido hablar con periodistas independientes.
Los regímenes autoritarios también están recurriendo a técnicas menos evidentes para limitar el pluralismo de los medios de comunicación. Por ejemplo, privan de publicidad estatal (que ha solido aumentar durante la pandemia) a aquellos que les son críticos. O crean las condiciones para que los empresarios afines los adquieran, como ha ocurrido en Turquía, donde los oligarcas de la construcción beneficiados con el reciente auge inmobiliario están pagando sus deudas políticas con el Presidente Recep Tayyip Erdogan tomando el control de periódicos independientes.
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At the end of European Communism, there was a widespread, euphoric hope that freedom and democracy would bring a better life; eventually, though, many lost that hope. The problem, under both Communism and the new liberal dispensation, was that those pursuing grand social projects had embraced ideology instead of philosophy.
considers what an Albanian Marxist philosopher can tell us about liberty in today's world.
For the US, Slovakia's general election may produce another unreliable allied government. But instead of turning a blind eye to such allies, as President Joe Biden has been doing with Poland, or confronting them with an uncompromising stance, the US should spearhead efforts to help mend flawed democracies.
reflect on the outcome of Slovakia's general election in the run-up to Poland's decisive vote.
BERLÍN – La presidencia de Donald Trump estuvo marcada por los “hechos alternativos” de la Casa Blanca acerca del tamaño de la multitud que asistió a la inauguración de su mandato en el Capitolio estadounidense y la violencia de sus partidarios garabateando “Muerte a los medios” en las mismas puertas de ese edificio. Si bien Trump ha desaparecido de escena (por ahora), los medios de comunicación profesionales siguen en riesgo, y no solo en los Estados Unidos. El grupo de observación Reporteros sin Fronteras (RSF) considera que el estado de la libertad de prensa es “bueno” en apenas 12 países, la menor cantidad jamás alcanzada en ese índice.
La amenaza más evidente a la libertad de prensa en el mundo son los regímenes autoritarios, algunos de los cuales han redoblado las restricciones a los medios para evitar que den a conocer información sobre las falencias de las autoridades políticas durante la pandemia. En Hungría, que pasó al lugar 92 en la clasificación de RSF sobre libertad de prensa desde el lugar 89 el año pasado, el gobierno ha amenazado a los medios con medidas judiciales por “bloquear” sus esfuerzos en la lucha contra el COVID. Las enfermeras y los médicos tienen prohibido hablar con periodistas independientes.
Los regímenes autoritarios también están recurriendo a técnicas menos evidentes para limitar el pluralismo de los medios de comunicación. Por ejemplo, privan de publicidad estatal (que ha solido aumentar durante la pandemia) a aquellos que les son críticos. O crean las condiciones para que los empresarios afines los adquieran, como ha ocurrido en Turquía, donde los oligarcas de la construcción beneficiados con el reciente auge inmobiliario están pagando sus deudas políticas con el Presidente Recep Tayyip Erdogan tomando el control de periódicos independientes.
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