LONDRES – Cuando los resultados electorales «sorpresa» o «extremistas» llegan acompañados de un récord de baja participación de los votantes y un gran bostezo de los mercados financieros, es hora de buscar otra manera de describirlos. La victoria decisiva del partido de Giorgia Meloni, Hermanos de Italia, que la posiciona para convertirse en primera ministra —un cargo nunca antes ocupado por una mujer en su país— y en ser la primera en reivindicar una línea que se remonta inequívocamente hasta Benito Mussolini, es ciertamente llamativa. Pero hay pocos motivos para creer que cambiará el rumbo de Italia en aspectos significativos para los mercados o los socios internacionales del país.
En estas elecciones las encuestas de opinión predijeron correctamente buena parte de los resultados, algo raro en un caso moderno. Desde hace al menos dos años estaba claro que si los tres principales partidos de derecha se unían, lograrían la mayoría absoluta. Lo único que cambió significativamente es el equilibrio dentro de la coalición: durante el gobierno tecnocrático de unión nacional dirigido por Mario Draghi entre febrero de 2021 y julio de este año, los votos pasaron del partido de derecha que se unió al movimiento de Draghi, la Lega, al partido que se mantuvo fuera, los Hermanos de Italia.
Este desplazamiento continuó hasta las elecciones y los Hermanos consiguieron el triple de votos que la Lega, dirigida por Matteo Salvini, y que el otro socio en la coalición, Forza Italia, de Silvio Berlusconi. Esto fortalecerá mucho la posición de Meloni cuando forme su gobierno y aumentará la probabilidad de que su gobierno dure varios años (incluso podría extenderse por el plazo parlamentario completo de cinco años).
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Policymakers in both the United States and China seem to have fully accepted, and even embraced, the logic of economic decoupling. But what exactly will decoupling entail, and what will its consequences be?
tallies the costs of the global economic fragmentation that the US-China rivalry has set in motion.
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LONDRES – Cuando los resultados electorales «sorpresa» o «extremistas» llegan acompañados de un récord de baja participación de los votantes y un gran bostezo de los mercados financieros, es hora de buscar otra manera de describirlos. La victoria decisiva del partido de Giorgia Meloni, Hermanos de Italia, que la posiciona para convertirse en primera ministra —un cargo nunca antes ocupado por una mujer en su país— y en ser la primera en reivindicar una línea que se remonta inequívocamente hasta Benito Mussolini, es ciertamente llamativa. Pero hay pocos motivos para creer que cambiará el rumbo de Italia en aspectos significativos para los mercados o los socios internacionales del país.
En estas elecciones las encuestas de opinión predijeron correctamente buena parte de los resultados, algo raro en un caso moderno. Desde hace al menos dos años estaba claro que si los tres principales partidos de derecha se unían, lograrían la mayoría absoluta. Lo único que cambió significativamente es el equilibrio dentro de la coalición: durante el gobierno tecnocrático de unión nacional dirigido por Mario Draghi entre febrero de 2021 y julio de este año, los votos pasaron del partido de derecha que se unió al movimiento de Draghi, la Lega, al partido que se mantuvo fuera, los Hermanos de Italia.
Este desplazamiento continuó hasta las elecciones y los Hermanos consiguieron el triple de votos que la Lega, dirigida por Matteo Salvini, y que el otro socio en la coalición, Forza Italia, de Silvio Berlusconi. Esto fortalecerá mucho la posición de Meloni cuando forme su gobierno y aumentará la probabilidad de que su gobierno dure varios años (incluso podría extenderse por el plazo parlamentario completo de cinco años).
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