

From semiconductors to electric vehicles, governments are identifying the strategic industries of the future and intervening to support them – abandoning decades of neoliberal orthodoxy in the process. Are industrial policies the key to tackling twenty-first-century economic challenges or a recipe for market distortions and lower efficiency?
LONDRES – Frente a los horrores de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y conscientes de las opciones militares limitadas con las que cuentan, los gobiernos occidentales entendiblemente desplegaron su arsenal económico y financiero. Esas sanciones han sido impuestas a países díscolos antes, por supuesto, con éxito variado, pero nunca con el mismo alcance que hoy en el caso de Rusia.
Específicamente, Estados Unidos y sus aliados incautaron gran parte de las reservas en moneda extranjera del banco central ruso, y cortaron el acceso de algunos bancos rusos al sistema de mensajes financieros SWIFT para transacciones internacionales. El mundo ha aprendido una nueva palabra –“deswifteo”- y el sistema financiero ha sido utilizado como un arma como nunca antes.
Es demasiado pronto para evaluar el impacto de las sanciones contra Rusia; todavía no hay ninguna señal de un efecto decisivo en el régimen del presidente Vladimir Putin o en sus políticas. Pero el daño a más largo plazo para la economía rusa probablemente sea considerable.
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