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Cómo las economías occidentales pueden evitar la trampa de Japón

NUEVA YORK – No hace mucho tiempo, la opinión generalizada era que una “japonificación” nunca podía suceder en las economías occidentales. Los principales economistas estadounidenses sostenían que si la amenaza combinada de un crecimiento débil, desinflación y tasas de interés perpetuamente bajas alguna vez llegaba a materializarse, los responsables de las políticas tendrían las herramientas para hacerle frente. No tenían ningún problema en dar cátedra a los japoneses sobre la necesidad de medidas audaces para sacar a su economía de un atolladero de décadas. La japonificación era considerada como la consecuencia evitable de políticas deficientes, no como una inevitabilidad.

Y, sin embargo, el espectro de la japonificación ahora se asoma sobre Occidente. Después de la crisis financiera de 2008, las recuperaciones tanto en Europa como en Estados Unidos fueron más aletargadas y menos inclusivas de lo que esperaban la mayoría de los responsables de las políticas económicas, los políticos y los economistas. Y, más recientemente, las esperanzas de alcanzar una “velocidad de escape” para salir del “nuevo normal” de crecimiento bajo y presión desinflacionaria persistente se han frustrado en Europa y Japón, y algunos temen que puedan estar esfumándose también en Estados Unidos.

Europa, en particular, está nuevamente asolada por una desaceleración regional preocupante. Las proyecciones de crecimiento han sido consistentemente revisadas a la baja y el Banco Central Europeo ha admitido que su optimismo temprano sobre alcanzar una inflación ajustada a las metas era equivocado. Los rendimientos de los bonos gubernamentales han caído y el comercio global de títulos a tasas de interés negativas ha alcanzado un volumen aproximado de 10 billones de dólares.

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