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Si se justifica la riqueza, también un impuesto a la riqueza

NUEVA YORK – La desigualdad económica pasó al primer lugar de la agenda política en muchos países, incluidos paradigmas del libre mercado como Estados Unidos y el Reino Unido. La cuestión está movilizando a la izquierda y causándole dolores de cabeza a la derecha, donde a la riqueza siempre se la vio como algo que hay que celebrar, no justificar.

Pero las concentraciones actuales de riqueza demandan justificación. En 2018, Forbes incluyó a tres milmillonarios en su lista de las diez personas más poderosas del mundo. Al lado de jefes de Estado como el presidente chino Xi Jinping, el presidente ruso Vladimir Putin, el presidente estadounidense Donald Trump y la canciller alemana Angela Merkel, hallamos no sólo al papa, sino al fundador de Amazon Jeff Bezos, al cofundador de Microsoft Bill Gates y al cofundador de Google Larry Page. Los tres deben su poder no a la posición pública o a la influencia espiritual sino a la riqueza privada.

En su carácter de precandidatos en la primaria demócrata para la elección presidencial de 2020 en Estados Unidos, el senador por Vermont Bernie Sanders y la senadora por Massachusetts Elizabeth Warren prometieron crear nuevos impuestos a los ultrarricos. La propuesta tributaria de Warren (un gravamen del 2% por cada dólar de patrimonio neto superior a 50 millones, y 6% para las fortunas superiores a mil millones) puso en guardia a los milmillonarios. Gates asegura que pagó en impuestos más que casi nadie (unos 10 000 millones de dólares). Y aunque dice que no tendría problemas si la cifra fuera el doble, cree que un impuesto mucho mayor pondría en riesgo el sistema de incentivos que, para empezar, lo alentó a él (y a otros) a invertir.

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