Adiós a las armas en Siria

BERLÍN – Es poco probable que la Segunda Conferencia de Ginebra sobre Siria, que tendrá inicio en Montreux, Suiza, el 22 de enero, logre su objetivo de conformar una autoridad de gobierno transitoria con plenos poderes ejecutivos. Pero lo que sí puede hacer es lanzar un proceso político muy necesario y, más importante aún, generar un acuerdo de alto el fuego entre las fuerzas del gobierno y de la oposición. Recién cuando se hayan detenido los combates Siria podrá avanzar de manera genuina hacia una transición política.

Por supuesto, los grupos yihadistas vinculados a Al Qaeda como el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS por su sigla en inglés), que se han convertido en una fuerza poderosa en el lugar, y el Frente Al-Nusra no estarán representados en Montreux -y no deberían estarlo tampoco, sobre todo porque no se sentirán alcanzados por ningún acuerdo-. Pero esto no debería servir como una excusa para no procurar un cese del fuego. Después de todo, si se pudieran frenar los combates entre las fuerzas del régimen y algunos grupos armados -vale decir, aquellos que se asocian con la Coalición Nacional Siria, o por lo menos están dispuestos a coordinarse con el Ejército Libre de Siria (FSA por su sigla en inglés) y el Frente Islámico en parte respaldado por Arabia Saudita- ya sería un logro importante.

Un alto el fuego es crítico, porque los combates sirven a los intereses de los elementos más brutales de ambos lados del conflicto. Esto incluye al liderazgo central del régimen del presidente Bashar al-Assad, que hoy está respaldado por Hezbollah y milicias iraquíes, así como al ISIS, que está compuesto en gran parte por combatientes no sirios a quienes no les preocupa reconstruir el país o salvaguardar el futuro de su pueblo.

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