trump nato Sean Gallup/Getty Images

Una nueva carrera hacia el precipicio nuclear

MADRID – Hace diez años, durante su primer viaje presidencial por Europa, Barack Obama pronunció un discurso histórico en la ciudad de Praga. En un gesto sin precedentes, el presidente estadounidense declaró que retornar a un mundo libre de armamento nuclear representaba un objetivo tangible, lo que contribuyó a que Obama fuese premiado con el Nobel de la Paz. Asimismo, Obama prometió a los ciudadanos checos que Estados Unidos jamás les daría la espalda, asegurando que la cláusula de defensa colectiva de la OTAN suponía un compromiso “para todos los tiempos”.

Una década más tarde, Estados Unidos parece haber dado un giro de 180 grados. El presidente Trump ha cuestionado la cláusula que ejerce de piedra angular de la Alianza Atlántica, rompiendo con casi setenta años de tradición diplomática. Además, Trump pretende abandonar el tratado ruso-estadounidense de eliminación de misiles de corto y medio alcance (Tratado INF), que desde 1987 ha sido clave para garantizar la seguridad del continente europeo. Pese a que el primer ministro checo ha sido recibido recientemente en la Casa Blanca, nada puede ocultar que la Administración del America First está dando la espalda a los habitantes de ciudades europeas como Praga. Para mayor escarnio, si el desarme nuclear ya fue desapareciendo de la lista de prioridades de Obama, ahora podría decirse incluso que Estados Unidos apuesta por lo contrario: el rearme.

Es de justicia reconocer que un tratado bilateral como el INF —adoptado a finales de la Guerra Fría— resulta insuficiente en el actual contexto multipolar. Se estima que, de los más de 2000 misiles balísticos y de crucero que posee China, el 95% pertenecen al rango de 500 a 5500 kilómetros, que los misiles terrestres de Estados Unidos y Rusia tienen prohibido cubrir. Además, Washington y Moscú se acusan mutuamente de violar las disposiciones del INF. Dados todos estos factores, Trump debería haber tomado el cauce más sensato: reafirmar inequívocamente el compromiso estadounidense con el acuerdo. De este modo, Washington habría trasladado toda la presión a Moscú en lo referente a las presuntas violaciones, y habría dejado la puerta abierta a gestionar el auge armamentístico chino ampliando un marco normativo ya existente.

https://prosyn.org/GwUthx8es