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¿Estados Unidos en contra del comercio?

CAMBRIDGE – La escalada del populismo anticomercio en la campaña electoral estadounidense de 2016 presagia un alejamiento peligroso del rol de Estados Unidos en los asuntos mundiales. En nombre de reducir la desigualdad en Estados Unidos, los candidatos presidenciales de ambos partidos estarían obstaculizando las aspiraciones de cientos de millones de personas extremadamente pobres en el mundo en desarrollo de pasar a integrar la clase media. Si el atractivo político de las políticas anticomercio persiste, marcará un punto de inflexión histórico en los asuntos económicos globales -un mal augurio para el futuro del liderazgo norteamericano.

El candidato presidencial republicano Donald Trump ha propuesto imponer un impuesto del 45% a las importaciones chinas en Estados Unidos, un plan que seduce a muchos norteamericanos que creen que China se está enriqueciendo gracias a prácticas comerciales injustas. Pero, a pesar de su extraordinario éxito en las últimas décadas, China sigue siendo un país en desarrollo donde un porcentaje importante de la población vive en un nivel de pobreza que, para los parámetros occidentales, sería inimaginable.

Consideremos el nuevo plan quinquenal de China, que apunta a colocar a 55 millones de personas por encima de la línea de pobreza para 2020, un umbral definido en apenas 2.300 yuanes chinos, o 354 dólares, por año. En comparación, la línea de pobreza en Estados Unidos es de alrededor de 12.000 dólares para una sola persona. Es verdad, existen diferencias sustanciales en el costo de vida que tornan dudosas las comparaciones directas y, sí, la pobreza es una condición social tanto como económica, al menos en las economías avanzadas; pero el argumento de que la desigualdad entre los países se traduce en desigualdad al interior de los países es muy poderoso.

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