harrington30_Kent Nishimura  Los Angeles Times via Getty Images_avril haines testimony Kent Nishimura / Los Angeles Times via Getty Images

Por qué los espías de EE. UU. deben seguir en los titulares

ATLANTA – El mes pasado, cuando la directora de Inteligencia Nacional de EE. UU. Avril Haines presentó la evaluación anual de amenazas de la comunidad de inteligencia ante el Comité de Inteligencia del Senado, sus miembros la alabaron por el excelente trabajo previo a la invasión rusa de Ucrania y por «seguir manteniéndonos informados». Gracias a la comunidad de inteligencia estadounidense —y para disgusto del presidente ruso Vladímir Putin— los senadores estadounidenses no fueron los únicos informados. El resto del mundo también lo estuvo, gracias a los minuciosos informes estratégicos de inteligencia estadounidenses.

La difusión de inteligencia es más un arte que una ciencia y tanto los espías como los analistas han sufrido dificultades para dominarla, pero en el caso de Ucrania, el director de la CIA William Burns merece ser reconocido por haber cambiado la forma en que la agencia considera la difusión de sus secretos. Burns, exembajador en Moscú, dijo al comité del Senado que «en todos los años que pasé como diplomático de carrera, presencié demasiados casos en los que perdimos guerras de información contra los rusos».

Esa experiencia rindió sus frutos: durante los meses previos a la invasión de Putin, la comunidad de inteligencia desafió las convenciones, desclasificando información y análisis que anticipaban las preparaciones e intenciones de los rusos. Los informes desacreditaron las aparentes provocaciones («operaciones de bandera falsa») y advirtieron sobre la escalada militar rusa. Los hechos y pronósticos que en su momento habían sido descartados por Kiev y Moscú dieron el blanco. Ahora que las fuerzas rusas se hunden cada vez más profundamente en un nuevo atolladero, las agencias de inteligencia estadounidenses debieran insistir en esta estrategia.

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