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La carrera para definir las reglas

BERLÍN – ¿Mantendrá Occidente su compromiso con el orden internacional basado en reglas cuando no sea él quien las dicte? Es una de las preguntas más intrigantes para las próximas dos décadas. Si existe un principio capaz de unir a los votantes, los responsables de las políticas, los políticos y los medios en todo Occidente es el que sostiene que las reglas son importantes para casi todo lo demás. Desde hace mucho la falta de respeto por las normas comunes ha generado un intenso enojo y respuestas enérgicas.

Pensemos en el Reino Unido, donde el carisma salvaje del primer ministro Boris Johnson le permitió conseguir el poder y retenerlo, para redibujar verdaderamente el mapa político del país. Hasta hace poco la aprobación que le brindaba el público logró resistir floridas muestras de incompetencia, una creciente cantidad de muertes por la pandemia, y la recesión económica. Pero el apoyo de Johnson finalmente se está desangrando por un motivo simple: tanto él como su gobierno llevaron demasiado lejos su desprecio por las reglas. Cuando se supo que hubo una fiesta de Navidad el año pasado en el 10 de la calle Downing (la residencia del primer ministro) mientras el resto del país estaba en cuarentena, la reputación de Johnson sufrió más que por cualquier otro de sus escándalos y transgresiones.

En el ámbito internacional, los gobiernos occidentales condenan rutinariamente a sus pares cuando rompen las reglas. Rusia, por ejemplo, recibió reprimendas por anexar Crimea, por sus reiterados ciberataques en otros países y por los ataques físicos a disidentes rusos en el extranjero. China también fue tildada como uno de los principales transgresores. Tal vez el presidente estadounidense Joe Biden no esté de acuerdo con gran parte de lo que dijo o hizo su predecesor, pero mantiene una sorprendente continuidad en la caracterización de China que planteó el gobierno de Trump, considerándola una amenaza mundial que roba propiedad intelectual, mantiene subsidios ilegales, permite una corrupción rampante y está llevando adelante un genocidio.

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