albertus1_Spencer PlattGetty Images_cubafarmer Spencer Platt/Getty Images

La clave para la renormalización de la relación entre Estados Unidos y Cuba

CHICAGO – La Cumbre de las Américas que se desarrolla en Los Ángeles trae a primer plano los muchos cambios que se han producido desde la última vez que el presidente estadounidense Joe Biden había estado en la Casa Blanca. Después de enero de 2017 Venezuela se convirtió en un estado fallido, y las migraciones desde Centroamérica han sido causa de polarización política en los Estados Unidos. Brasil eligió como presidente a una versión tropical de Donald Trump, y México a un populista de izquierda.

Pero hay algo que no cambió: Cuba sigue siendo un estado de partido único, y una espina en el costado de la política exterior y de promoción de la democracia en la región de los Estados Unidos. Por eso la administración Biden decidió excluirla de la lista de invitados a la cumbre (junto con Venezuela y Nicaragua).

Sin embargo, el gobierno estadounidense también anunció hace poco que revertirá las sanciones contra Cuba de la era Trump. Al hacerlo, Biden comienza a readoptar una política para Cuba similar a la de su anterior jefe, el entonces presidente Barack Obama, quien en 2015‑16 restableció relaciones diplomáticas con Cuba, hizo una visita oficial a La Habana, y flexibilizó algunas de las restricciones comerciales y turísticas impuestas a los estadounidenses en relación con la isla. La idea era que un «relacionamiento positivo» ayudaría a fomentar cambios económicos y políticos en Cuba y la región.

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