La unidad no basta

Se ha aclamado la reconciliación entre los dirigentes de los dos grupos palestinos más importantes, Hamas y Al Fatah, que se acaba de negociar en Arabia Saudí, como un importante avance político, pero el gobierno de unidad nacional constituido a consecuencia de ese acuerdo afronta muchas dificultades colosales. Al acuerdo debe seguir un esfuerzo para poner fin al asedio económico y administrativo de Palestina, además de conversaciones serias de paz con Israel, encaminadas a poner fin a la ocupación durante 39 años de la Ribera Occidental y la Faja de Gaza. En su tierra, el nuevo gobierno tiene que pagar a sus funcionarios, restaurar la ley y el orden y poner fin al caos que ha pasado a ser la norma en los territorios palestinos.

Las luchas intestinas en Palestina comenzaron en parte a consecuencia del callejón político sin salida creado después de que Israel y la comunidad internacional impusieran un embargo económico a la Autoridad Palestina. Ese asedio económico, celosamente aplicado incluso por los bancos árabes e islámicos, siguió a la negativa del nuevo gobierno, encabezado por Hamas, de aceptar la exigencia del "cuarteto" –los Estados Unidos, la Unión Europea, las Naciones Unidas y Rusia- de que reconociera a Israel, aceptara todos los acuerdos anteriores con Israel y renunciase al terrorismo.

Los palestinos se quejaron de que la comunidad internacional actuara injustamente, simplemente porque no estaba contenta con el resultado de unas elecciones libres y justas en los territorios palestinos, en las que Hamas obtuvo una victoria abrumadora. El gobierno formado después de las elecciones de enero de 2006 no ha podido pagar a los funcionarios por el bloqueo bancario internacional y la negativa de Israel a transferir millones de dólares de impuestos recaudados en nombre del pueblo palestino.

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