Planes are seen under construction at a Boeing assembly plant LUC OLINGA/AFP/Getty Images

La oscura materia del comercio

CAMBRIDGE –Si uno está piloteando un avión, es útil saber cómo mantenerlo estable. Para ello, hay que poder leer los instrumentos. Si la altura del vuelo es constante, pero uno cree que el avión va en picada, es posible que tire la palanca de control y haga que la nave entre en barrena. Estamos en riesgo de que esto sea lo que sucede hoy con la política comercial de Estados Unidos.

En la raíz del problema se encuentran dos interrogantes: si en realidad Estados Unidos tiene un déficit comercial, y, de ser así, qué hacer al respecto. El gobierno de Trump dice que Estados Unidos de hecho tiene un déficit, y que la solución es una guerra comercial fácil de ganar.

Los economistas tienden a discrepar de la respuesta de Trump a la segunda interrogante, sosteniendo que los desequilibrios externos son reflejo de desequilibrios internos. En toda transacción, lo que una parte llama gasto, la otra llama ingreso. Por lo tanto, la suma de los ingresos de todos los participantes en el mercado debe ser igual al total de sus gastos. Pero, si uno divide el mundo en dos tipos de individuos –los residentes y los no residentes– entonces la única forma en que los no residentes pueden recibir más de lo que gastan en un país es si los residentes gastan más de lo que ganan. Es decir, los déficits externos reflejan lo que los residentes gastan por encima de sus ingresos, en cuyo caso el problema no va a desaparecer mediante una guerra comercial a menos que ella obligue a los residentes a gastar menos, por ejemplo, a través de gravámenes como aranceles. No obstante, el gobierno estadounidense está haciendo todo lo posible por lograr lo opuesto: rebaja los impuestos e incrementa el gasto en montos récord, con lo que agrava el desequilibrio. La política comercial no es la respuesta a los déficits comerciales.

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