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Las consecuencias globales de una guerra fría sinoestadounidense

NUEVA YORK – Hace unos años, como parte de una delegación occidental a China, me encontré con el presidente Xi Jinping en el Gran Salón del Pueblo en Beijing. Xi nos dijo que el ascenso de China sería pacífico, y que otros países (en concreto, Estados Unidos) no debían temer que se cayera en la “trampa de Tucídides”, así llamada por el historiador griego que relató de qué manera el temor de Esparta al ascenso de Atenas hizo inevitable una guerra entre ambas ciudades. En su libro de 2017 Destined for War: Can America and China Escape Thucydides’s Trap? [Destinados a la guerra: ¿pueden Estados Unidos y China evitar la trampa de Tucídides?], Graham Allison (de la Universidad Harvard) examina 16 rivalidades históricas entre una potencia emergente y una establecida, y halla que 12 terminaron en guerra. Evidentemente Xi quería que prestáramos más atención a las otras cuatro.

Pese a que ambos son conscientes de la trampa de Tucídides (y saben que la historia no es determinista), parece que de todos modos China y Estados Unidos están cayendo en ella. Si bien una guerra caliente entre las dos grandes potencias del mundo todavía parece una posibilidad remota, una guerra fría es cada vez más probable.

Estados Unidos acusa a China por las tensiones actuales. Desde su ingreso a la Organización Mundial del Comercio en 2001, China recibió los beneficios del sistema internacional de comercio e inversión, pero incumplió sus obligaciones y se aprovechó de las reglas. Según Estados Unidos, China obtuvo una ventaja indebida por medio del robo de propiedad intelectual, la transferencia forzosa de tecnología, subsidios a empresas locales y otros instrumentos de capitalismo de Estado. En tanto, su gobierno se está volviendo cada vez más autoritario mientras transforma a China en un estado de vigilancia orwelliano.

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