UN Secretary-General Antonio Guterres addresses the assembly during a UN Security Council meeting Spencer Platt/Getty Images

Los crímenes por omisión de la ONU

EL CAIRO – Cuando se fundaron las Naciones Unidas, sus metas principales, como declarara en preámbulo de su Carta, incluían salvar a las generaciones futuras del “flagelo de la guerra” y reafirmar “la fe en los derechos humanos fundamentales”. Desde entonces han pasado más de 70 años, y el mundo tiene más armas que nunca (y más avanzadas) y abundan los conflictos armados que provocan muertes en gran escala y causan sufrimiento tanto a combatientes como civiles.

Entre los conflictos más candentes se encuentra el de Siria, que según fuentes de las Naciones Unidas ha dejado unos 500.000 muertos y heridos, y ha desplazado a millones. En Myanmar, los rohinyá, una minoría musulmana en un país de mayoría budista, han sufrido un ataque que la misma ONU califica como limpieza étnica. Yemen se ha convertido en el escenario de una devastadora guerra de terceros que ha causado un gran número de víctimas. Burundi y la República Democrática del Congo también padecen conflictos.

A pesar de toda la influencia que se supone que tiene, la ONU ha sido notablemente ineficaz para detener la violencia. Aquí el secretario general debe asumir una responsabilidad importante. Después de todo, es el símbolo último de las Naciones Unidas y, en cierto sentido, la brújula moral de la comunidad internacional. El mundo entero le entrega su mandato, lo que es particularmente cierto en el caso del actual secretario general, António Guterres, seleccionado a través de un proceso revisado que incluyó un papel más prominente de la Asamblea General, el “congreso mundial”. Por eso tiene el deber de guiarnos hacia un futuro menos violento y más humano.

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