COLUMBUS (OHIO) En un mundo mejor, mis sobrinos en Guinea Ecuatorial respetarían al Presidente de nuestro país por supervisar la gestión cuidadosa de los ingresos obtenidos del petróleo y por utilizar esos fondos para el desarrollo. En un mundo mejor, mis sobrinos honrarían a la principal institución cultural de las Naciones Unidas, la UNESCO, por insistir en la mejora de la educación y la salud de los niños de África.
Pero en el mundo tal como lo conocemos relativamente pocas personas estiman y respetan al Presidente Teodoro Obiang. Sus mayores admiradores podrían ser los adinerados miembros de su familia, junto con ciertos ejecutivos de empresas de los Estados Unidos y de Europa, en las que gasta no poco de su dinero, o ciertos miembros del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: durante una sesión en marzo, algunos Estados tuvieron el descaro de felicitar a Guinea Ecuatorial por su “inequívoco compromiso” con los derechos humanos.
Los miembros del Consejo de la UNESCO también parecen estimar y respetar a Obiang. Han aceptado tres millones de dólares de él para un premio que llevará su nombre y reconocerá la labor de personas e instituciones, incluidas organizaciones no gubernamentales, en pro de la investigación científica de las ciencias de la vida que mejore la calidad de la vida humana. Tal vez quienes lo reciban estimen a Obiang también.
COLUMBUS (OHIO) En un mundo mejor, mis sobrinos en Guinea Ecuatorial respetarían al Presidente de nuestro país por supervisar la gestión cuidadosa de los ingresos obtenidos del petróleo y por utilizar esos fondos para el desarrollo. En un mundo mejor, mis sobrinos honrarían a la principal institución cultural de las Naciones Unidas, la UNESCO, por insistir en la mejora de la educación y la salud de los niños de África.
Pero en el mundo tal como lo conocemos relativamente pocas personas estiman y respetan al Presidente Teodoro Obiang. Sus mayores admiradores podrían ser los adinerados miembros de su familia, junto con ciertos ejecutivos de empresas de los Estados Unidos y de Europa, en las que gasta no poco de su dinero, o ciertos miembros del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: durante una sesión en marzo, algunos Estados tuvieron el descaro de felicitar a Guinea Ecuatorial por su “inequívoco compromiso” con los derechos humanos.
Los miembros del Consejo de la UNESCO también parecen estimar y respetar a Obiang. Han aceptado tres millones de dólares de él para un premio que llevará su nombre y reconocerá la labor de personas e instituciones, incluidas organizaciones no gubernamentales, en pro de la investigación científica de las ciencias de la vida que mejore la calidad de la vida humana. Tal vez quienes lo reciban estimen a Obiang también.