WASHINGTON D. C. – Desde la Segunda Guerra Mundial la comunidad internacional no enfrentaba una prueba tan monumental como las crisis entrelazadas de la COVID-19 y el cambio climático, y las profundas desigualdades económicas y sociales que dejaron al descubierto. Sin embargo, justo cuando la acción colectiva y a escala mundial es más necesaria para lidiar con estas crisis, el nacionalismo exclusivista y las crecientes tensiones entre las grandes potencias (entre ellas, un retraimiento similar al de la Guerra Fría entre democracias y autocracias) erosionan la esencial cooperación multilateral.
En su nuevo e innovador informe, Nuestra Agenda Común, el secretario general de la ONU António Guterres afirma que «La humanidad tiene que tomar una decisión difícil y urgente: retroceder o avanzar». Guterres enfatiza los valores fundamentales de confianza y solidaridad —y la necesidad de un nuevo contrato social entre los ciudadanos y sus instituciones en todos los niveles de gobernanza— para buscar una recuperación de la pandemia actual que sea justa y sostenible. Con la celebración de otro Día de la ONU (el 24 de octubre), esos valores formar ser parte de una estrategia políticamente hábil, pero ambiciosa, para lograr los cambios institucionales y legales a los que hace mucho se debieron implementar en el sistema multilateral pos-1945.
Poco después de que el 25 de octubre, en Nueva York, se reúnan los estados miembros de la ONU bajo el liderazgo de Abdulla Shahid, presidente de la Asamblea General, se espera que refrenden una resolución para implementar muchas de las propuestas de Guterres. Entre sus ideas más oportunas para desarrollar un multilateralismo más inclusivo y en red se cuentan una Agenda para la Paz actualizada, apoyada por un nuevo Programa para Emergencias que permita responder ante las crisis mundiales complejas; el nombramiento de un enviado especial para las Generaciones Futuras; e innovaciones relacionadas con la transformación digital, la analítica de datos y la previsión estratégica.
WASHINGTON D. C. – Desde la Segunda Guerra Mundial la comunidad internacional no enfrentaba una prueba tan monumental como las crisis entrelazadas de la COVID-19 y el cambio climático, y las profundas desigualdades económicas y sociales que dejaron al descubierto. Sin embargo, justo cuando la acción colectiva y a escala mundial es más necesaria para lidiar con estas crisis, el nacionalismo exclusivista y las crecientes tensiones entre las grandes potencias (entre ellas, un retraimiento similar al de la Guerra Fría entre democracias y autocracias) erosionan la esencial cooperación multilateral.
En su nuevo e innovador informe, Nuestra Agenda Común, el secretario general de la ONU António Guterres afirma que «La humanidad tiene que tomar una decisión difícil y urgente: retroceder o avanzar». Guterres enfatiza los valores fundamentales de confianza y solidaridad —y la necesidad de un nuevo contrato social entre los ciudadanos y sus instituciones en todos los niveles de gobernanza— para buscar una recuperación de la pandemia actual que sea justa y sostenible. Con la celebración de otro Día de la ONU (el 24 de octubre), esos valores formar ser parte de una estrategia políticamente hábil, pero ambiciosa, para lograr los cambios institucionales y legales a los que hace mucho se debieron implementar en el sistema multilateral pos-1945.
Poco después de que el 25 de octubre, en Nueva York, se reúnan los estados miembros de la ONU bajo el liderazgo de Abdulla Shahid, presidente de la Asamblea General, se espera que refrenden una resolución para implementar muchas de las propuestas de Guterres. Entre sus ideas más oportunas para desarrollar un multilateralismo más inclusivo y en red se cuentan una Agenda para la Paz actualizada, apoyada por un nuevo Programa para Emergencias que permita responder ante las crisis mundiales complejas; el nombramiento de un enviado especial para las Generaciones Futuras; e innovaciones relacionadas con la transformación digital, la analítica de datos y la previsión estratégica.