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Las nuevas ropas del banquero central

LONDRES – Desde marzo de 2020, el Banco de Inglaterra (BOE) ha comprado £450 mil millones ($639 mil millones) de deuda del gobierno británico a través del llamado Mecanismo de Adquisición de Activos. Prácticamente toda ella era deuda nueva emitida por el gobierno desde el comienzo de la crisis del COVID-19. Las compras del BOE parecen un intento apenas encubierto de usar facilitación cuantitativa (FC) para financiar el déficit estatal y asegurar bajos costes de endeudamiento. ¿Sigue siendo esta una política monetaria, o está el banco central llevando a cabo una política fiscal por la puerta de atrás?

El BOE aduce que no hay conexión alguna entre las políticas monetaria y fiscal, y que sus adquisiciones de activos apuntan únicamente a cumplir su objeto inflacionario del 2% al que se le ha mandatado. El hecho de que el importe de las compras de activos realizadas desde marzo de 2020 coincida con el déficit de gobierno en el mismo periodo no es más que una coincidencia. Plantear lo contrario (que el BOE está financiando el déficit de manera clandestina) huele a teoría conspirativa.

Más aún, señalan los defensores del banco central, incluso la más leve insinuación de que el importe de la FC fuese algo más que el necesario para alcanzar el objetivo inflacionario del BOE dañaría la reputación antiinflacionaria del banco. ¿Cómo podría actuar el BOE como agente del gobierno y conservar su credibilidad como contrapeso del exceso de gasto estatal? El BOE no hace política fiscal, y punto: esa es responsabilidad del Tesoro.

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