US President-elect Joe Biden may have promised a “return to normalcy,” but the truth is that there is no going back. The world is changing in fundamental ways, and the actions the world takes in the next few years will be critical to lay the groundwork for a sustainable, secure, and prosperous future.
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AMÁN – Es normal que los países con profundos desacuerdos de todos modos mantengan relaciones diplomáticas, mercantiles y comerciales. Sin embargo, también hay circunstancias en las que se considera que esas relaciones carecen de sentido. Por cierto, ése es el caso de la mayoría de los países frente a Corea del Norte, pero también describe la postura previa de Estados Unidos con Cuba, y ahora con Venezuela, así como la política de Israel con Irán, la de Arabia Saudita con Qatar y la de gran parte del mundo árabe con Israel.
Dada la importancia del diálogo entre los países, siempre se plantea el interrogante de cuándo perseguir o terminar relaciones normales con un actor “malo”. Históricamente, los gobiernos han cortado lazos con países que han violado repetidamente las normas internacionales, perpetrado genocidios u otras atrocidades o cuyo comportamiento merece un castigo. Los ejemplos obvios incluyen a la Alemania nazi, a la Unión Soviética cuando intentó desplegar armas nucleares en Cuba y a Irán, un país cuyos líderes constantemente instan a la destrucción de Israel.
Pero si violar las normas internacionales, defender una retórica fascista y abusar de la gente que está bajo su control son motivos suficientes para rechazar las relaciones normales con un país, ¿la estrategia histórica de los países árabes y de mayoría musulmana frente a Israel no estaría justificada? Mientras que Israel actúa democráticamente con sus ciudadanos judíos, su política con los ciudadanos no judíos y su ocupación y colonización de décadas de territorios palestinos han sido definidas por las Naciones Unidas como violaciones del derecho internacional.
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