BERLIN – Quienes vivieron esa noche hace 20 años en Berlín, o en cualquier otro lugar de Alemania, nunca olvidarán la caída del Muro.
Con demasiada frecuencia, los acontecimientos históricos cruciales tienen un tinte trágico y sólo raramente son capaces de mostrar ironía. El 9 noviembre de 1989 fue uno de esos raros momentos en que reinó la ironía, porque el sistema socialista burocrático de Alemania Oriental murió tal como había vivido: con aires burocráticos.
El vocero del Politburó, Günter Schabowski, simplemente había comprendido mal la decisión de ese ente y, al difundir información incorrecta acerca del levantamiento de las restricciones a los desplazamientos de las personas, ¡dio el vamos a la caída del Muro! Esa noche, Groucho Marx no lo hubiera hecho mejor. Fue la hora más feliz de Alemania.
BERLIN – Quienes vivieron esa noche hace 20 años en Berlín, o en cualquier otro lugar de Alemania, nunca olvidarán la caída del Muro.
Con demasiada frecuencia, los acontecimientos históricos cruciales tienen un tinte trágico y sólo raramente son capaces de mostrar ironía. El 9 noviembre de 1989 fue uno de esos raros momentos en que reinó la ironía, porque el sistema socialista burocrático de Alemania Oriental murió tal como había vivido: con aires burocráticos.
El vocero del Politburó, Günter Schabowski, simplemente había comprendido mal la decisión de ese ente y, al difundir información incorrecta acerca del levantamiento de las restricciones a los desplazamientos de las personas, ¡dio el vamos a la caída del Muro! Esa noche, Groucho Marx no lo hubiera hecho mejor. Fue la hora más feliz de Alemania.