Veinticinco años de VIH/SIDA

Ya pasó un cuarto de siglo desde que se detectó el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). El conocimiento que se adquirió desde entonces sobre la enfermedad es sorprendente y el ritmo con el que la investigación básica se tradujo en tratamientos salvadores de vidas no tiene precedentes.

Al descubrimiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) como la causa del sida le siguió el esclarecimiento de su patogenia, su hitoria natural y su epidemiología, la creación de una prueba sanguínea de diagnóstico y el desarrollo de drogas antirretrovirales. En 1996, la aprobación de la primera droga de una clase llamada inhibidores de las proteasas derivó en la adopción de un régimen anti-VIH compuesto por varias drogas, conocido como terapia antirretroviral de gran actividad o TARGA. Este avance transformó drásticamente la calidad de vida y aumentó la expectativa de vida de los individuos infectados con VIH.

Es más, las drogas antirretrovirales que se les suministran a las mujeres embarazadas y a los recién nacidos infectados con VIH resultaron ser tremendamente exitosas a la hora de prevenir la transmisión de madre a hijo del VIH. En consecuencia, desde que se introdujeron estas combinaciones de drogas, se salvaron por lo menos tres millones de años de vida solamente en Estados Unidos. Ahora existen más de dos docenas de drogas y combinaciones de drogas anti-VIH aprobadas, además de un caudal consistente de drogas de próxima generación en diversas etapas de desarrollo y testeo clínico.

Sin embargo, hoy en día nuestra tarea consiste en aplicar estos avances científicos y tecnológicos al suministro de tratamiento y terapias de prevención a la gente en todo el mundo, especialmente en aquellos en países de escasos recursos. A pesar del éxito en lo que concierne al tratamiento del VIH/SIDA en Estados Unidos y otros países desarrollados, es evidente que los esfuerzos por combatir la pandemia deben incrementarse en Africa, Asia y otras partes del mundo donde el VIH/SIDA se cobra la mayor cantidad de vidas. De hecho, se calcula que 40 millones de personas en todo el mundo están infectadas con VIH; casi tres millones murieron de SIDA solamente en 2006.

Los programas como el Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA, el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria y filantropías como la Fundación Bill and Melinda Gates y la Fundación Clinton ayudaron a que hubiera drogas disponibles para tratar a 2 millones de personas infectadas con VIH en los países de bajos y medianos ingresos. Pero menos del 25% de la gente en estos países que necesita drogas antirretrovirales las está recibiendo.

Con 4,3 millones de nuevas infecciones de VIH por año en todo el mundo, nos enfrentamos a una situación insostenible, ya que las nuevas infecciones de VIH superan ampliamente nuestra capacidad para tratar a todos los que están infectados. De manera que se necesita desesperadamente que mejore nuestra capacidad para prevenir las infecciones de VIH.

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Se ha generado una amplia gama de estrategias de prevención que incluyen una modificación del comportamiento, la distribución de preservativos y la provisión de agujas y jeringas limpias a los consumidores de drogas intravenosas. Estudios recientes sugieren que la circuncisión masculina adulta puede ser una estrategia de prevención prometedora, si se la realiza de manera apropiada e higiénica y se la acompaña del asesoramiento y la atención post-quirúrgica adecuados. De la misma manera, el desarrollo actual de microbicidas tópicos ofrece la esperanza de darles a las mujeres una herramienta para protegerse de la infección del VIH cuando utilizar preservativos o negarse a una relación sexual no fuera posible.

Sin embargo, el mayor objetivo científico y de salud pública en la investigación del VIH/SIDA nos sigue eludiendo: el desarrollo de una vacuna efectiva contra el VIH. Este desafío ha sido particularmente difícil debido a la naturaleza del virus, especialmente su capacidad para integrarse al genoma de las células infectadas, mutar rápidamente y ocultar la parte de su cubierta exterior que provocaría anticuerpos protectores.

También sabemos que la respuesta inmunológica natural del organismo frente al VIH no logra contener o controlar al virus. De hecho, desde el descubrimiento del VIH, nunca hubo un caso documentado en el que el sistema inmunológico de un individuo alguna vez hubiera erradicado por completo el virus después de instaurada la infección.

Muchos estudios en curso se concentran en el desarrollo de vacunas que puedan, si no prevenir por completo la infección del VIH, al menos retardar el avance del virus o reducir las posibilidades de que una persona les transmita el virus a otras. Pero nuestro máximo objetivo es desarrollar una vacuna que pueda prevenir la infección del VIH. Para lograrlo, debemos resolver el misterio de cómo inducir al organismo humano a que produzca una respuesta inmunológica de protección.

A pesar de los extraordinarios logros científicos y médicos en la lucha contra el VIH/SIDA hasta el momento, la historia nos juzgará por lo que logremos en el próximo cuarto de siglo y por cómo respondamos al desafío de suministrarle los frutos de nuestros esfuerzos de investigación a quienes más los necesitan.

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