

From semiconductors to electric vehicles, governments are identifying the strategic industries of the future and intervening to support them – abandoning decades of neoliberal orthodoxy in the process. Are industrial policies the key to tackling twenty-first-century economic challenges or a recipe for market distortions and lower efficiency?
ATENAS – Los opositores del ex presidente de Estados Unidos Donald Trump lo acusan de mentiroso. Pero Trump es mucho peor que un mentiroso. Muchos políticos mienten para encubrir verdades incómodas. Pero Trump puede adornar largas secuencias de enorme mendacidad con verdades que ningún otro presidente alguna vez admitiría, desde desestimar la visión dominante de la globalización como inequívocamente beneficiosa hasta admitir que, efectivamente, intentó desfinanciar el Servicio Postal de Estados Unidos para que a los demócratas les resultara más difícil votar.
Los científicos tienen buenos motivos para celebrar la partida de Trump, a juzgar por su evidente alivio de que ahora van a poder presentar datos epidemiológicos desde el estrado de la Casa Blanca sin miedo a las represalias. Pero para determinar si podemos esperar un resurgimiento generalizado de la verdad en la presidencia de Joe Biden, tenemos que empezar por recordar cómo disciernen la verdad nuestras sociedades.
Los liberales adoran la analogía del mercado. Al igual que los dispositivos, las opiniones se esgrimen en el gran mercado de las ideas, donde un proceso descentralizado, que involucra a consumidores y productores de opiniones y noticias, las evalúa. Las opiniones verdaderas superan a las falsas.
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