Workers make steel at the NLMK Indiana mill Scott Olson/Getty Images

El disparo de Trump que se oyó alrededor del pie

BRUSELAS – La primera salva en la guerra comercial transatlántica ahora ha sido disparada por Estados Unidos, que está imponiendo aranceles perjudiciales a las importaciones de acero de la Unión Europea (así como de Canadá y México). Fue un ataque no provocado, contra el cual la Unión Europea ha prometido tomar represalias. Es más, el presidente norteamericano, Donald Trump, ha anunciado una investigación sobre si las importaciones de automóviles amenazan la seguridad nacional. En consecuencia, cualquier respuesta en tono de venganza podría escalar rápidamente del acero a la industria automotriz, que es vital para Europa.

Desafortunadamente, parece que las emociones y una postura política cortoplacista, más que la lógica económica, está dictando la reacción de la UE. Para empezar, existe una inconsistencia fundamental en el discurso de la UE (y otros socios comerciales de Estados Unidos). La UE sostiene que los aranceles a las importaciones de acero afectan principalmente a Estados Unidos, y la mayoría de los economistas coinciden. Pero esto también implica que las contramedidas adoptadas por la UE afectarán principalmente a Europa.

Como los aranceles selectivos con los que amenazó la Comisión afectarán a los productos terminados, no a insumos como el acero, el daño infligido a los consumidores de la UE por las contramedidas europeas será menor que el daño infligido a la economía de Estados Unidos por los aranceles al acero de Trump. Pero aumentar los aranceles sigue siendo un acto de autolesión. A los economistas les gusta decir que el argumento de las contramedidas contra el proteccionismo en el exterior equivale a decir: "Si te disparas en el pie, yo haré lo mismo".

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