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La psicopatología de Trump se agrava

NUEVA YORK – Parece que día a día el presidente estadounidense Donald Trump intensifica sus ataques personales y políticos contra otros países y sus jefes de Estado, contra pobres y débiles, y contra familias migrantes. El ejemplo más reciente fue su defensa de la cruel medida de separar a niños migrantes de sus padres. Aunque la indignación pública tal vez lo haya obligado a retroceder, su talante agresivo no tardará en hacerse ver en algún otro tema.

La mayoría de los analistas interpretan los estallidos de Trump como gestos para su base de seguidores, pavoneo ante las cámaras o bravuconadas para el logro de futuros acuerdos. Nosotros lo vemos de otro modo. A la par de muchos prestigiosos expertos estadounidenses en salud mental, creemos que Trump padece diversas patologías psicológicas que lo convierten en un riesgo evidente y real para el mundo.

Trump muestra señales de al menos tres rasgos peligrosos: paranoia, falta de empatía y sadismo. La paranoia es una forma de pérdida de contacto con la realidad en la que una persona percibe amenazas inexistentes; al combatirlas, el individuo paranoide puede poner en peligro a los demás. La falta de empatía señala a un individuo obsesionado con su persona, que ve a los otros como meras herramientas y es capaz de provocar daño a otros sin remordimiento si eso le sirve para lograr sus propios fines. El sadismo es experimentar placer en infligir dolor o humillación, especialmente a quienes representan una amenaza percibida o un recordatorio de las debilidades propias.

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