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El poder de Estados Unidos, sin la sabiduría

MADRID – En la mitología griega, estaba profetizado que Metis (primera esposa de Zeus y diosa de la sabiduría) daría a luz a un hijo que, armado con la astucia de su madre y el poder de su padre, destronaría al rey de los dioses. Para evitarlo, Zeus devoró a Metis embarazada. El hijo usurpador anunciado por la profecía no nació, pero de la frente de Zeus brotó una hija, Atenea.

Las cualidades de metis (sabiduría, astucia) y bía (fuerza bruta) fascinaban a los antiguos griegos. A veces reverenciaban a la primera, encarnada en Ulises, el héroe legendario de la Odisea, el poema épico de Homero; a veces a la segunda, personificada en grandes guerreros como Aquiles. Pero el ideal era la combinación de ambas, y todavía sigue siéndolo.

Durante las últimas siete décadas, Estados Unidos parecía haber encontrado el modo de lograr el siempre difícil equilibrio entre metis y bía. Provisto de abundantes recursos, sin competidores en la región y, rodeado en gran medida por océanos, Estados Unidos reunía todas las condiciones para ser una potencia global. Pero lo que le permitió mantener su posición como principal superpotencia del mundo fue la naturaleza polifacética y flexible del estilo de liderazgo estadounidense que combinaba las ventajas militares, demográficas y económicas con un mensaje cultural atractivo y una diplomacia inteligente.

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