US President Donald Trump and First Lady Melania Trump Jim Watson/Getty Images

Un año nuevo Trump

WASHINGTON, DC – Cuando el presidente norteamericano, Donald Trump, levantó campamento rumbo a su mansión-club privado en Palm Beach, Florida, para las fiestas, dejó a Washington en ascuas. Es obvio que Trump y sus fuertes aliados en el Congreso -tiene más de los que uno podría esperar- están decididos a torpedear lo que supuestamente es una investigación legal independiente sobre si Trump y su equipo de campaña conspiraron con Rusia en sus esfuerzos por derrotar a Hillary Clinton en 2016.

El comportamiento del equipo de Trump con el asesor especial Robert Mueller y el FBI, que está cooperando en la investigación de Mueller, hace que el comportamiento de Richard Nixon y sus colaboradores con los investigadores del Watergate parezca dócil y respetuoso en comparación. Si bien Nixon despidió al primer fiscal independiente, Archibald Cox, en la infame "Masacre del sábado por la noche", se nombró a otro fiscal y Nixon, finalmente, renunció antes que enfrentar un juicio político de la Cámara de Representantes y una condena del Senado. (En ese caso, habría tenido que dejar el cargo sin una valiosa pensión).

Curiosamente, Trump y sus asesores tampoco parecen haber aprendido de la historia más reciente. Al despedir al director del FBI James Comey, Trump se puso una soga al cuello con el nombramiento de un asesor especial. Hoy no se puede saber si se llevará a cabo un intento de juicio político. Pero la mayoría de los observadores creen que republicanos clave en la Cámara de Representantes, donde comenzaría el juicio político, se unieron a la suerte de Trump, principalmente porque le temen a su base leal (aproximadamente un tercio del país, agrupado en muchos distritos parlamentarios).

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