communism propoganda statue Gerhard Joren/LightRocket via Getty Images

La trampa ideológica

LOS ÁNGELES – El presidente Donald Trump declaró la emergencia nacional en la frontera sur de Estados Unidos –donde no hay ninguna emergencia– para conseguir fondos para construir el muro que prometió a sus seguidores durante la campaña electoral de 2016. Es un ejemplo más de la persistente –y peligrosa– tensión entre la razón y la ideología en la formulación de políticas.

Las políticas con base empírica –cualesquiera sean sus limitaciones– siempre tienen mejores probabilidades de éxito que las motivadas por la ideología, porque permiten adaptarse a cambios en las condiciones y a datos nuevos. En cambio, las políticas nacidas de principios rígidos pueden estar totalmente desconectadas de la realidad.

La historia está llena de ejemplos de las consecuencias desastrosas de preferir la ideología a la realidad. Adolf Hitler no creyó que la evidencia científica fuera suficiente para el Volk alemán; Alemania tenía que conquistar un vasto Lebensraum, y para eso había que convertir mitos wagnerianos de supremacía teutónica en políticas de dominio imperial. Joseph Stalin, cabeza de otro régimen de base ideológica, venció a los nazis precisamente porque evitó los imperativos absolutos y basó sus objetivos bélicos en un frío y racional cálculo de interés.

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