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El incierto legado de la cumbre de Singapur

NUEVA YORK – El presidente estadounidense Donald Trump regresó exultante de su breve reunión cumbre en Singapur con el líder norcoreano Kim Jong-un. “Hoy todos pueden sentirse mucho más seguros que el día en que asumí el cargo”, tuiteó. “Ya no hay una amenaza nuclear desde Corea del Norte”. Más tarde dijo a periodistas: “He resuelto ese problema”.

Con una pequeña salvedad: lo que dijo Trump no es verdad. La amenaza nuclear planteada por Corea del Norte sigue igual que antes. La declaración conjunta de ambos líderes fue tan breve (sólo 391 palabras) cuanto vaga.

El documento conjunto habla mucho más de aspiraciones que de logros. Corea del Norte sólo se comprometió a “trabajar en pos de la desnuclearización completa de la península de Corea”. No hay una definición de lo que eso implica, ni un cronograma de implementación, ni una referencia al modo en que se verificarán las eventuales acciones. Ni siquiera se mencionan otras cuestiones relacionadas con las armas nucleares, entre ellas los misiles balísticos. Por lo menos hasta ahora, el acuerdo con Corea del Norte sale mal parado en comparación con el que se firmó con Irán sobre su programa nuclear, que Trump denunció y al que luego renunció, un mes antes de reunirse con Kim.

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