CAMBRIDGE – ¿Cómo llegamos a esto? En unos cuantos meses, el que Donald Trump llegue la Presidencia de Estados Unidos ha pasado de ser una especulación ridícula a una posibilidad terrorífica. ¿Cómo un hombre con tan poca experiencia política y un desprecio tan evidente por los hechos podría acercarse tanto a ocupar la Casa Blanca?
En un ensayo muy debatido, Andrew Sullivan argumentó hace poco que cabe culpar el ascenso de Trump a un “exceso de democracia”. Según él, el antiintelectualismo de la extrema derecha y el antielitismo de la extrema izquierda han empujado a los costados al establishment político. Al mismo tiempo, la Internet ha servido de amplificador de la influencia de los enfadados y los ignorantes. Hoy en política no importan la sustancia ni la ideología, sino la disposición a dar voz a las quejas más desagradables de la gente, habilidad en la que Trump sin duda destaca.
En una incisiva respuesta, Michael Lind argumenta que Sullivan ve el asunto al revés: el verdadero culpable es “la falta de democracia”, señalando que a Trump le ha ido mejor entre los votantes que creen que “la gente como yo no tiene paño que cortar”.
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Joseph S. Nye, Jr.
considers how China undermines its own soft power, traces the potential causes of a war over Taiwan, welcomes Europe’s embrace of “smart” power, and more.
Around the world, people increasingly live with the sense that too much is happening, too fast. Chief among the sources of this growing angst are the rise of artificial intelligence, climate change, and Russia's war in Ukraine – each of which demands urgent attention from policymakers and political leaders.
calls attention to the growing challenges posed by AI, climate change, and the war in Ukraine.
CAMBRIDGE – ¿Cómo llegamos a esto? En unos cuantos meses, el que Donald Trump llegue la Presidencia de Estados Unidos ha pasado de ser una especulación ridícula a una posibilidad terrorífica. ¿Cómo un hombre con tan poca experiencia política y un desprecio tan evidente por los hechos podría acercarse tanto a ocupar la Casa Blanca?
En un ensayo muy debatido, Andrew Sullivan argumentó hace poco que cabe culpar el ascenso de Trump a un “exceso de democracia”. Según él, el antiintelectualismo de la extrema derecha y el antielitismo de la extrema izquierda han empujado a los costados al establishment político. Al mismo tiempo, la Internet ha servido de amplificador de la influencia de los enfadados y los ignorantes. Hoy en política no importan la sustancia ni la ideología, sino la disposición a dar voz a las quejas más desagradables de la gente, habilidad en la que Trump sin duda destaca.
En una incisiva respuesta, Michael Lind argumenta que Sullivan ve el asunto al revés: el verdadero culpable es “la falta de democracia”, señalando que a Trump le ha ido mejor entre los votantes que creen que “la gente como yo no tiene paño que cortar”.
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