CAMBRIDGE – ¿Cómo llegamos a esto? En unos cuantos meses, el que Donald Trump llegue la Presidencia de Estados Unidos ha pasado de ser una especulación ridícula a una posibilidad terrorífica. ¿Cómo un hombre con tan poca experiencia política y un desprecio tan evidente por los hechos podría acercarse tanto a ocupar la Casa Blanca?
En un ensayo muy debatido, Andrew Sullivan argumentó hace poco que cabe culpar el ascenso de Trump a un “exceso de democracia”. Según él, el antiintelectualismo de la extrema derecha y el antielitismo de la extrema izquierda han empujado a los costados al establishment político. Al mismo tiempo, la Internet ha servido de amplificador de la influencia de los enfadados y los ignorantes. Hoy en política no importan la sustancia ni la ideología, sino la disposición a dar voz a las quejas más desagradables de la gente, habilidad en la que Trump sin duda destaca.
En una incisiva respuesta, Michael Lind argumenta que Sullivan ve el asunto al revés: el verdadero culpable es “la falta de democracia”, señalando que a Trump le ha ido mejor entre los votantes que creen que “la gente como yo no tiene paño que cortar”.
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At the end of European Communism, there was a widespread, euphoric hope that freedom and democracy would bring a better life; eventually, though, many lost that hope. The problem, under both Communism and the new liberal dispensation, was that those pursuing grand social projects had embraced ideology instead of philosophy.
considers what an Albanian Marxist philosopher can tell us about liberty in today's world.
For the US, Slovakia's general election may produce another unreliable allied government. But instead of turning a blind eye to such allies, as President Joe Biden has been doing with Poland, or confronting them with an uncompromising stance, the US should spearhead efforts to help mend flawed democracies.
reflect on the outcome of Slovakia's general election in the run-up to Poland's decisive vote.
CAMBRIDGE – ¿Cómo llegamos a esto? En unos cuantos meses, el que Donald Trump llegue la Presidencia de Estados Unidos ha pasado de ser una especulación ridícula a una posibilidad terrorífica. ¿Cómo un hombre con tan poca experiencia política y un desprecio tan evidente por los hechos podría acercarse tanto a ocupar la Casa Blanca?
En un ensayo muy debatido, Andrew Sullivan argumentó hace poco que cabe culpar el ascenso de Trump a un “exceso de democracia”. Según él, el antiintelectualismo de la extrema derecha y el antielitismo de la extrema izquierda han empujado a los costados al establishment político. Al mismo tiempo, la Internet ha servido de amplificador de la influencia de los enfadados y los ignorantes. Hoy en política no importan la sustancia ni la ideología, sino la disposición a dar voz a las quejas más desagradables de la gente, habilidad en la que Trump sin duda destaca.
En una incisiva respuesta, Michael Lind argumenta que Sullivan ve el asunto al revés: el verdadero culpable es “la falta de democracia”, señalando que a Trump le ha ido mejor entre los votantes que creen que “la gente como yo no tiene paño que cortar”.
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