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Recuperar la soberanía europea

BERLÍN – Tras el reciente viaje europeo del Presidente estadounidense Donald Trump, que culminó con la tristemente célebre conferencia de prensa conjunta con el Presidente ruso Vladimir Putin, ya no caben dudas de que él y sus partidarios desean destruir el orden internacional impulsado por los estadounidenses y el sistema de comercio global.

Es cierto que Trump y los Estados Unidos no son sinónimos. Triunfó en las elecciones de 2016 a pesar de obtener tres millones de votos menos que su contrincante y su índice de aprobación pública nunca ha superado el 50%. Aun así, es el presidente de su país y eso lo convierte en el hombre más poderoso del planeta. A pesar de que a menudo sus acciones son absurdas y contradictorias, tienen serias consecuencias en el mundo real, especialmente en los aliados más cercanos a Estados Unidos. En su reciente parada en el Reino Unido, Trump incluso se atrevió a describir a la Unión Europea como un “enemigo”.

Al buscar alterar prácticamente todo lo que ha definido a Occidente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Trump ha llevado al mundo a una encrucijada histórica. No está en juego la relación entre EE.UU. y la UE, que sigue siendo sólida, sino más bien la posición predominante de Occidente en la escena mundial. Trump está acelerando un cambio en el balance global de poder que debilita en términos relativos tanto a Estados Unidos como a Europa. A medida que los ingresos y la riqueza pasan de Occidente a Oriente, China tendrá una creciente capacidad de desafiar a Estados Unidos como la principal potencia geopolítica, económica y tecnológica del mundo.

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